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La enfermedad avanzaba rápidamente; Enriqueta estaba convencida de que iba a morir. Quería verle para implorar su perdón; así lo pedía, con tono de niña caprichosa y enferma que exige un juguete. Hasta el otro, el protector poderoso, dócil a pesar de su omnipotencia, le suplicaba al cura que llevase al hotel al marido de Enriqueta.
Nos parece que éstas se juzgan siempre por los resultados; por consiguiente, a veces una línea imperceptible divide únicamente al calavera del genio y la suerte caprichosa los separa o los confunde en uno para siempre.
Era una virgen guerrera, caprichosa, incoherente en actos y palabras, desorientando á todos con los violentos contrastes de su conducta.
En los muebles finísimos de caprichosa construcción, los dorados se habían vuelto negros.
Nunca se conoce bien uno a sí mismo y no estaba muy seguro de la cara que pondría ante cincuenta mil francos de renta. Usted ha pulsado mi honor que ¡gracias a Dios! ha respondido bien... ¿El señor de Villanera ofrece el capital o sólo la renta? A elección de usted, señor duque. Yo he elegido la miseria, ya lo ha visto usted. ¡Pero cuando yo le decía que la Fortuna era una caprichosa!
En mi concepto, el arte verdadero, es decir el que se inspira de las grandes cosas y hace grandes revelaciones, no puede nacer y vivir hoy en las ciudades opulentas, entre el bullicio de la especulacion, las miserias y vanidades de lo que llaman el mundo y las farsas de la moda caprichosa.
Un pajarito de pardo color y pecho blanco fué alcanzado por un guijarro, y se retiró revoloteando con el ala quebrada. Pero entonces la niña cesó de jugar, porque le causó mucha pena haber hecho daño á aquella criaturita tan caprichosa como la brisa del mar ó como la misma Perla.
Si el hermoso claustro, descubierto á la intemperie, llama con justicia la atencion, lo mas interesante del monumento son sus torres colosales asombrosamente suspendidas como en el aire sobre el arco gigantesco de la testera del templo. Esa construccion caprichosa en apariencia, pero que tiene su filosofía religiosa, es la mas atrevida que he encontrado en toda la arquitectura gótica de España.
Silenciosa, sonriendo siempre, trepadita en una mula caprichosa, hizo toda la marcha sin manifestar el menor cansancio. En la cabeza sólo llevaba un sombrerito de paja, de alas estrechas.
Así lo quiere la divina voluntad, de la que es reflejo este querer mío, que os parece brutalidad caprichosa, porque no entendéis, no, de las grandes empresas del espíritu, pobres ciegos, pobres locos... Don Salvador, por la Virgen, no se enfade usted. Yo no soy mala... Máximo es bueno... Usted lo sabe... los tíos lo saben... ¡Que no debí venir aquí sola...! Bueno... Volveré a casa.