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Actualizado: 24 de octubre de 2025
Dia 3. Siguiendo á trote y galope, fué preciso ir dejando algunos caballos por el campo, por estar cansados, y no dilatarse en llegar; y á las seis de la tarde llegó á vistar las chacras de la frontera de Lujan, de donde caminó toda la noche. Dia 4.
Reclinada la cabeza y en actitud pensativa, tenía en los cansados brazos al niño clorótico y medio desnudo; a pesar del abandono, de la suciedad y de sus harapos, conservaba un resto de pasada distinción y no es de extrañar que no me sintiera yo entusiasmado por lo que ella llamaba la «bondad» de su marido.
¡La síntesis del Gólgota la representa el vespertino crepúsculo! ¡A los cansados rayos de la tarde se puso la última letra del sublime epílogo de la redención! ¡El Dios-hombre elevó á su Padre el último aliento entre el sentimiento de la naturaleza! ¡La agonía del Hijo de María se confundió con la agonía del día!...
Jugaban ya en todas las gacetillas las frases de «reptil venenoso», «entes despreciables», «cerebros obtusos», «revolcándose en el fango», «seres innobles y degradados» y otras no menos afectuosas para los del bando contrario. Cansados de injuriarse unos a otros, comenzaron pronto a atacarse en sus familias. No perdonaron ni a sus modestas esposas ni a sus ancianos padres.
Cansados y agobiados por la alta temperatura, llegamos a las primeras horas de la noche a una pequeña estación, de cuyo nombre indígena no quiero acordarme, y en donde nos esperaba el Administrador de la hacienda y varios mozos, con sendas caballerías.
Porque gastamos en leerlos y escribirlos aquellas fuerzas de la juventud que pudieran emplearse en la alegría y el amor. Pero nosotros ansiamos saber mucho. Y cuando llega la vejez y vemos que los libros no nos han enseñado nada, entonces clamamos por la alegría y el amor, ¡que ya no pueden venir a nuestros cuerpos, tristes y cansados!
Pasaban las horas sin que adelantasen gran cosa los brazos, torpes y cansados por la fiesta, a los que la masa parecía resistirse. Aumentaba el calor: un ambiente de irritación se esparcía en torno de los panaderos, y Tono, que era el más furioso, se desahogaba con maldiciones. ¡Así se volviera veneno todo el pan de aquella noche!
Ya no se arrastraba por la casa a pasos lentos y cansados, y cuando alguien se le acercaba, ella lo acogía con una sonrisa amistosa. Como su dicha necesitaba desahogarse en afecto, se me acercaba más y más y procuraba penetrar en mi pensamiento taciturno y solitario.
Pero ahora, ¿esta noche? Tanto mejor. Agarrados de las manos salieron al camino, al estrecho camino por el que una vez la habían conducido sus cansados pies a la puerta del maestro, y que parecía no deber pisar sola ya más. Miriadas de estrellas centelleaban sobre sus cabezas.
Ramon Montaner visto el daño que habian recibido los Genoveses, y que ya no tenian dardos que tirar, sus escuadrones desechos, la mayor parte heridos, los demas cansados y rendidos al rigor del combate, y del tiempo, por ser el mes de Julio poco después del medio dia, con cien hombres, y seis caballos, sin armas defensivas por ir mas sueltos, salió á pelear.
Palabra del Dia
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