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Actualizado: 20 de junio de 2025
Un día dió aquí de bofetadas á Bonnand el tenor, porque no quería apresurar el movimiento en el dúo de Carmen... Ningún hombre ha podido nunca tenerla á su lado, tan mala y tan viciosa era, y... en fin, caballero, á nadie le gusta tener por amiga una individua que persigue á los hombres y á las mujeres á la vez. ¡Bueno! exclamó Campistrón; ya estás contenta.
Cogió un tubo acústico, sopló fuertemente y dijo en el portavoz: Campistrón, ven en seguida. Hay aquí unos señores que te van á contar cosas curiosas... Aplicó el aparato al oído, escuchó y dijo con vivacidad: Deja ese imbécil á tu ayudante y ven. Te digo que vale la pena. Que haga escalas mientras te espera.
La señora de Campistrón, más conocida con el nombre de Glorieta, tuvo un momento de reputación como cantante de café concierto. Ahora ayuda á su marido á dar audiciones, á montar espectáculos mixtos, á aconsejar á los aficionados.
Estaremos de plantón hasta que se cierre y nos dirán que volvamos mañana... Campistrón no era tan orgulloso cuando cantaba conmigo la Favorita en Perpiñán...
Estos señores buscan á Jenny Hawkins para una herencia. Campistrón adoptó la actitud de Hipócrates rehusando los presentes de Artajerjes. Cerró los ojos, volvió la cabeza y extendió los brazos, como si la herencia fuese para él, y respondió en el registro grave: ¡Esperaba no oir hablar más de aquella ingrata! ¿Ven ustedes, señores? ¿Qué es lo que yo les decía?
Y para que usted sepa con quién está hablando, aquí tiene mi tarjeta... Campistrón echó una ojeada á la tarjeta que le ofrecía Tragomer y se inclinó con mucha deferencia. Estoy á las órdenes del señor vizconde... ¿Será, sin duda, para enseñar el retrato al notario de la testamentaría? Precisamente, señor Campistrón.
Ordinariamente Juana acogía esas proposiciones con transportes de alegría; pero entonces la oyó fríamente y una sombra pasó por su mirada. Me quedaré á comer, eso si, con mucho gusto, como te había prometido. Pero no podré pasar la velada contigo. Tengo cita para un asunto serio con mi profesor de canto Campistrón. Tendré que dejarte á las nueve. Su hipocresía me puso fuera de mí.
Dispénsenos usted, señora, contestó Tragomer; el paso que nos atrevemos á dar cerca de usted es bastante delicado. El señor y yo buscamos á una cantante que anda corriendo el mundo en una compañía lírica, y hemos tenido la idea de dirigirnos al señor Campistrón, que según se nos ha dicho, no tiene rival en esta clase de informes, á fin de saber dónde puede encontrarse ahora esa compañía.
El tal Campistrón hace de todo, desde el primer papel de una tragedia heroica hasta el tirador de carabina que rompe huevos sobre la cabeza de su hijo, como Guillermo Tell; ó el exhibidor de perros sabios, ó el que rompe cadenas... Es un tipo asombroso. En provincias ha cantado de tenor de fuerza.
Se detuvieron delante de una puerta en la cual se leían estas inscripciones en letras negras: Campistrón agente dramático. Lecciones de declamación y canto. Nuevo Método; y en un papel pegado con cuatro obleas, esta advertencia manuscrita: ¡Llamad fuerte!
Palabra del Dia
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