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Actualizado: 17 de junio de 2025


¿Y por supuesto añadió éste , estará levantada y tan campante? Tan campante y levantada repitió Bermúdez , y haciendo labor en el saloncillo. Pues ¿qué pito tocamos aquí nosotros entonces? exclamó Fuertes hecho un cascabel . Vamos a acompañarla y a darla conversación... Digo, si no la molesta, o yo no estorbo.

No de dónde sacó aquel jamón en dulce que era todo recortes y sobras, ni aquella cabeza de jabalí que olía a desperdicios... En fin, un asco... Tenía buenos vinos, eso ... Vete a saber de dónde los ha sacado, y quién es el incauto que se los dio... Estaba la pobre apuradísima; pero ¡cómo lo disimulaba...! No creas, tan campante, sonriendo a todo el mundo; y cuando iba para dentro se trasformaba y parecía un capitán de barco mandando la maniobra en caso de naufragio.

D. Manuel. ¿Y usted, cómo está? repuso Mariquilla, sin apartar los ojos de Florentina. Yo tan campante, ya ves . Esta es mi hija. ¿Qué te parece? Florentina corría detrás de una mariposa. Hija mía, ¿a dónde vas?, ¿qué es eso? dijo el padre, visiblemente contrariado . ¿Te parece bien que corras de ese modo detrás de un insecto como los chiquillos vagabundos?... Mucha formalidad, hija mía.

Con mal acuerdo había suprimido el pasear por las tardes, costumbre en él antigua; y su amigo D. Manuel María José Pez, viéndose privado de quien le hacía pareja en aquella hora de higiénico solaz, se iba tan campante a Palacio para no perder la costumbre de la compañía Bringuística.

Mientras vivió la mujer de don Aquiles, no se vió semejante mostrenco en la casa, pero así que aquella buena alma se marchó para no volver, por la misma puerta que ella salía, entró el chiquillo aquel, tan orondo y campante, como quien pisa país conquistado.

Cualquiera creería que eres viuda, y tu marío está a estas horas tan campante, preparándose para la corría, güeno y sano como el propio Roger de Flor. ¡Qué tontunas! Carmen apenas almorzó, mostrándose sorda a los elogios que tributaba su cuñado al cocinero del establecimiento. Por la tarde, su resignación volvió a desvanecerse.

'Ya ve usted, hay tantas atenciones... no se cobra... el Gobierno se lo lleva todo con las contribuciones.... Yo les tranquilizaba. 'Un perro chico, un perro chico es lo que me hace falta'. Y aquí me daban el perro, allá el duro, en otra parte el billetito de cinco o de diez... o nada. Pero yo tan campante. ¡Ah!, señores, este oficio tiene muchas quiebras.

Palabra del Dia

rigoleto

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