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Y así continuó la viborilla, soltando todo lo oído en su casa y en la vega: las mentiras fraguadas por los perdidos de casa de Copa, toda una urdimbre de calumnias inventada por Pimentó, que cada vez se sentía menos dispuesto á atacar cara á cara á Batiste, y pretendía hostilizarlo, cansarlo y herirlo por medio del insulto.

Mas el P. Lucas, no haciendo caso alguno de lo que le pudiese suceder por los enredos y calumnias de aquel hombre descarado, determinó quedarse para deshacer la máquina fabricada para daño y ruina de aquella nueva cristiandad.

El precio pedido ascendía á más del doble de la suma, que traían aquéllos; pero gracias á los esfuerzos del P. Gil, que con dinero prestado aumentó la suma y acalló algún tanto las pretensiones de Hassán, pudo Cervantes conseguir su libertad en 19 de septiembre de 1580. Antes de regresar á España, quiso desvanecer varias calumnias de que había sido víctima.

Perdone usted me dijo este hombre extraño, con voz cavernosa . Vengo a verle porque me han dicho que es usted un intelectual. Exageraciones, calumnias de mis enemigos, que tienen, sin duda, ganas de verme en la Cárcel Modelo le contesté . ¿Es usted de la Policía? No. De momento, no dijo el hombre con una sonrisa helada . Soy un modesto asesino, para servir a usted...

En efecto, bajo la impresión de aquel nuevo desencanto, Juana de Maurescamp frecuentó la sociedad, desde entonces, con menos ilusiones y optimismo que antes. Observó con ojos más experimentados lo que pasaba a su alrededor; muchos comentarios que había tenido por calumnias, pareciéronle verosímiles; y muchas relaciones que juzgara inocentes, fuéronle sospechosas.

Deseo con toda mi alma que sean calumnias, porque me avergonzaría de haber puesto mi mano en la de usted si hubiese hecho lo que se le atribuye... Pero, ante todo, ¿quiénes son los que declaran contra ? El señor de Tragomer, el señor de Marenval y por fin, el mismo señor de Freneuse... ¡Freneuse! Era de esperar; necesita echar la culpa á alguien... ¡Tragomer y Marenval!

Peleáronse como dos rabaneras, lanzáronse a la cara verdades y calumnias, puñados de fango amasado con agua de Colonia, con el desparpajo y el encono de dos Marfisas o Bradamantes de cabo de barrio, dispuestas a agarrarse por el moño y rodar por la mullida alfombra, lo mismo que ruedan las otras por en medio del arroyo.

¿Pero y en qué? En dar motivo para que le destierren de esta corte; ¡y qué motivo!, un motivo por el cual se ha puesto á nivel de ese rufián, de ese mal nacido, de ese Gil Blas de Santillana. ¡Ah, ah! Descender hasta... Pero eso debe ser una calumnia. No, señora; el conde de Lemos ha cedido á una tentación, y cediendo á ella me ha ofendido á ... como que hay quien dice... ¡Calumnias!

Así que, ¡oh Sancho!, entre las tantas calumnias de buenos, bien pueden pasar las mías, como no sean más de las que has dicho. ¡Ahí está el toque, cuerpo de mi padre! -replicó Sancho. -Pues, ¿hay más? -preguntó don Quijote.

Sin embargo, al cabo de algunos años debió renunciar á toda esperanza, porque su odio se hizo más concentrado y más mortal. Las calumnias esparcidas por ella contra su primo habían acabado por disiparse; porque la buena vida y las acciones claras son la mejor prueba de honradez que puede dar un hombre. Roussel consiguió dominar la dura corriente de malas voluntades desencadenada contra él.