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Actualizado: 7 de junio de 2025
Entonces emprendió el camino de vuelta por las mismas calles por donde había ido, sin tener más que un tropiezo. Un viejo, de aspecto decente, se detuvo de pronto ante ella; sorprendida Currita, pegóse a la pared, y el hombre hizo entonces ademán de darle una moneda de cinco céntimos, una perra chica, como llamaban entonces y aún llaman hoy a esas piezas pequeñas.
El Nacional iba enumerando las ventas de los días anteriores: tanto de copas, tanto de vino de la tierra servido a las casas; y la vieja le escuchaba con la atención de una mujer que ha sufrido miserias y sabe el valor del dinero contado a céntimos. Sebastián hablaba después del aumento de sus negocios. Un despacho de tabaco en la misma taberna le iría como de perlas.
Al precio cotizado ayer. ¿Rebajaría U. diez céntimos? Si no es á plazo sí, ¿Podría U. conseguirme diez mil duros mas? Sí. ¿Otros cinco mil? Sí. Dicho. Los dos negociantes, sin mas conversacion, se separaron, despues de apretarse la mano.
«Pues no lleva usted ahí pocas cosas dijo la Petra, cogiendo el libro y hojeándolo rápidamente, con mohines de lectora, aunque más bien deletreaba que leía . ¿Esto qué es? Un libro para llevar cuentas. ¡Cómo me gusta! Marzo, dice aquí, y luego Pe...setas, y luego céntimos. Es mu bonito apuntar aquí todo lo que sale y entra.
Ya la verás. Es una americanita impetuosa y fantástica, que no será fácil de conducir. No doy diez céntimos por Sorege como ella sepa sus villanías... ¿Piensas que ni Lea ni Sorege sospechan la posibilidad de mi aparición? ¿Cómo han de sospecharla? Te creen tan definitivamente enterrado como á la mujer asesinada.
FLAN HELADO. A un vaso de leche, diez céntimos de café en grano; después se baten mucho dos yemas con azúcar, y se baten aparte las dos claras a punto de nieve; se mezclan bien las yemas con la leche y se pone al fuego como bizcochada; antes de separarlo del fuego se ponen cuatro colas de pescado deshaciendo una por una; y después se coloca en franela mojada y se pone hielo hasta que se cuaja.
Yo balbuceé: Tengo letras... ¡Aquí están! Tengo letras sobre Londres, sobre Hamburgo... No sirven... ¡Setenta y cinco céntimos!... Y corrida, cena de lord, andaluzas desnudas, todo este sueño expiró como una pompa de jabón dentro de mi alma. Odié a la humanidad. Otro carruaje atestado de gente alegre, por poco me atropella. Cabizbajo, cargado de millones sobre Rothschild, volví a mi cuarto piso.
Ya no tendrás que buscar los céntimos para la cama, mientras tu corazón latía penosamente como un viejo reloj desquiciado. La capa bohemia EL primer caballero que se terció esta capa para andar de aventuras y amoríos fué el gran Villón, el padre de la lírica francesa.
Las dos pesetas que ganaba Feli en el emballenado trabajando todo el día y gran parte de la noche, y los escasos reales que podía juntar a la semana llenando cuartillas a diez céntimos con destino a la revista social, no bastaban para las atenciones de su subsistencia. El orden y el método en la nutrición, que embellecían los primeros tiempos de su vida común, habían desaparecido con la miseria.
El labrador fué sacando de su faja toda aquella indigestión de ahorros que le hinchaba el vientre: un billete que le había prestado el amo, unas cuantas piezas de á duro, un puñado de plata menuda envuelta en un cucurucho de papel; y cuando la cuenta estuvo completa no pudo librarse de ir con el gitano al sombrajo para convidarle á una copa y dar unos cuantos céntimos á Monote por sus trotes.
Palabra del Dia
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