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Actualizado: 21 de julio de 2025
Yo balbuceé: Tengo letras... ¡Aquí están! Tengo letras sobre Londres, sobre Hamburgo... No sirven... ¡Setenta y cinco céntimos!... Y corrida, cena de lord, andaluzas desnudas, todo este sueño expiró como una pompa de jabón dentro de mi alma. Odié a la humanidad. Otro carruaje atestado de gente alegre, por poco me atropella. Cabizbajo, cargado de millones sobre Rothschild, volví a mi cuarto piso.
¡Ah, sin motivo! exclamó Aldama con acento sarcástico . Los hombres perversos nunca encuentran motivo para que se les odie. Y en el fondo tienen razón. ¿Qué culpa tienen ellos de haber nacido perversos? A ti te consta mejor que a nadie la serie de ruindades que ese hombre ha hecho conmigo. A mí sólo me consta porque tú me lo has dicho.
Eso no reza conmigo. ¡Ellos no pueden impedir que esté perdido; no pueden impedir que te odie! Martín lanza un gemido violento y vuelve a caer, como aniquilado, sobre el banco. Siempre he pensado en ellos; siempre me he acordado de que Martín Felshammer es mi hermano.
No, no lo sabrá nunca. ¿Por qué le perdoné la vida sino para que fuera mi hijo? El teatro representa una celda; en el fondo, a la izquierda, habrá un reclinatorio, en el cual estará arrodillada LEONOR; se ve un crucifijo pendiente de la pared delante del reclinatorio LEONOR. Ya el sacrificio que odié mi labio trémulo y frió consumó... perdón, Dios mío, perdona si te ultrajé.
Los asuntos de iglesia, por ejemplo, son asuntos de mujeres. No es que el español odie la iglesia. Al contrario. Cuando se casa busca una mujer de sentimientos religiosos. Le parece que la mujer debe tener sentimientos religiosos, así como debe tener también ojos bonitos. Los sentimientos religiosos son sentimientos de mujer. Sin ellos, la mujer no sería verdaderamente femenina.
Me avergüenzo sólo de pensarlo; mas no debo mentir: lo odié.
Palabra del Dia
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