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Actualizado: 8 de julio de 2025
Y sin comprar el más pequeño monigote prosiguieron su camino para ver la famosa esfinge. Ben Zayb se ofrecía á tratar la cuestion; el americano no podría desairar á un periodista que puede vengarse en un artículo desacreditador. Van ustedes á ver como todo es cuestion de espejos, decía, porque miren ustedes...
¡Eso, puñales, eso precisamente, eso iba yo á decir,! exclamó el fraile-artillero pegando puñetazos en los brazos de su silla de caña; ¡eso, el puente del Capricho y los hombres de ciencia; eso iba yo á decir, P. Salví, puñales! Ben Zayb se quedó callado, medio sonriendo, bien sea por respeto ó porque realmente no supiese qué replicar, y sin embargo, ¡él era la única cabeza pensante en Filipinas!
Ben Hayyán dice que An-nasír recibió al enviado de Constantino en el pabellon embovedado, lo cual induce á creer que no habia mas que un pabellon con bóveda, que probablemente seria el central, llamado tambien pabellon circular, pabellon dorado, y salon de los califas.
No podía ya morir peleando y matando, pero podía y debía morir en seguida antes de caer en infamante cautiverio. Abdul ben Hixen ya pidió con ruegos, ya ordenó con furia que le matasen a los cuatro soldados fieles que estaban cerca de él, al médico impasible y al jefe de los eunucos que le miraba lleno de asombro y temblaba como un azogado.
1. ben 2. gar 3. niet 4. nianett 5. gurum 6. gurum ben 7. gurum gar 8. gurum niet 9. gurum nianett 10. gurum gurum. Y los de la bahía de Triton: 1. samosi 2. rueti 3. turu 4. faat 5. rimi 6. rimsamosi 7. rimrueti 8. rimturu 9. rimfaat 10. rimrimi
Y don Custodio abría ambos brazos y contemplaba gozoso el estupor de sus oyentes: á ninguno se le había occurido tan peregrina idea. ¿Me permite usted que escriba un artículo acerca de eso? preguntó Ben Zayb; en este país se piensa tan poco...
Ben Zayb se horrorizó y despues de tocarla con su baston, y mirar hácia la direccion de las puertas, continuó su camino, pensando componer sobre el hecho un cuentecito sentimental.
Los antiguos refieren que en su tiempo se podía reconocer muy bien al monstruo en los trozos de roca que de él quedaron; por mí puedo asegurar que todavía distinguí claramente la cabeza y á juzgar por ella el monstruo debió haber sido enorme. ¡Maravillosa, maravillosa leyenda! exclamó Ben Zayb, y se presta para un artículo.
Es un buen chico, muy amigo mío; no tiene más defectos que uno: es mestizo chino y se llama á sí mismo español peninsular. ¡Sst! Mira á Ben Zayb, ese con cara de fraile, que lleva un lapiz en la mano y un rollo de papeles, es el gran escritor Ben Zayb, muy amigo mío; ¡tiene un talento!... Diga usted, y ese hombrecillo con patillas blancas...
Miren ustedes, ¡aquí está el P. Camorra! dijo Ben Zayb á quien le duraba todavía el efecto del champagne. Y señalaba el retrato de un fraile delgado, con aire meditabundo, sentado junto á una mesa, la cabeza apoyada sobre la palma de la mano y escribiendo al parecer un sermon. Una lámpara había para iluminarle. Lo contrario del parecido hizo reir á muchos.
Palabra del Dia
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