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Deseoso de recorrer otro punto de Chiquitos, atravesando bellas selvas me puse en la mision de San-Juan, y retorné en seguida á San-Javier, de donde me aparté diciendo tambien adios á la provincia, al cabo de seis meses que me habia dedicado á su estudio.

Reunidos en una estancia mozos y mozas á la luz de un candil pasaban la velada alegremente bromeando, cantando, requebrándose mientras poco á poco las doradas espigas salían de su envoltura y se enristraban para adornar después los corredores y los hórreos. Pero Entralgo era celebrado en todo el país por sus bellas, frondosas pomaradas.

Pero no sabe que el mismo percal se lo vendió a Obdulia rebajando un perro grande, y con una ganancia superior a la que podía esperar el mancebo sonriente y con barba de judío. Las bellas vetustenses, como dice el gacetillero de El Lábaro, no saben salir de las tiendas de modas. Domina allí una alegría bulliciosa, la alegría sin motivo que es la más expansiva y contentadiza. ¿Quién lo diría?

Ese es el Madrid de hoy: esperad cinco años y será visitado por todos los viajeros de Europa, que de seguro hallarán en él una de las mas bellas ciudades de hoy: cuenta una poblacion de 300,000 habitantes.

Y desta manera deshizo el agravio el valeroso don Quijote; el cual, contentísimo de lo sucedido, pareciéndole que había dado felicísimo y alto principio a sus caballerías, con gran satisfación de mismo iba caminando hacia su aldea, diciendo a media voz: -Bien te puedes llamar dichosa sobre cuantas hoy viven en la tierra, ¡oh sobre las bellas bella Dulcinea del Toboso!, pues te cupo en suerte tener sujeto y rendido a toda tu voluntad e talante a un tan valiente y tan nombrado caballero como lo es y será don Quijote de la Mancha, el cual, como todo el mundo sabe, ayer rescibió la orden de caballería, y hoy ha desfecho el mayor tuerto y agravio que formó la sinrazón y cometió la crueldad: hoy quitó el látigo de la mano a aquel despiadado enemigo que tan sin ocasión vapulaba a aquel delicado infante.

Como era de esperar, la prontitud y el despejo de Melisa, cautivaron al mayor número y provocaron el unánime aplauso. La historia de Melisa había inconscientemente despertado las más vivas simpatías de una clase de individuos, cuyas formas atléticas se apoyaban contra las paredes y cuyas bellas y barbudas caras atisbaban con inusitada atención.

La bahía es estrecha, pero bastante bien abrigada, y pintoresca por el contraste de las embarcaciones con todas las banderas del mundo y por el juego que hacen algunos fuertes sobre el fondo gris de las colinas, las bellas quintas de las cercanías, con elegantes azoteas y jardines, los grupos de palmeras, de naranjos y otros árboles pequeños, mantenidos con mucho esmero y fuertes gastos, porque la tierra no es bastante vegetal, y todo el conjunto gracioso de las casas de la ciudad, que tienen la forma de pequeños castillos ó de campestres residencias.

Tales son: la casa de Moneda, la gran fábrica de cigarros, el depósito de sales y el jardin de plantas nuevo, imitacion en pequeño del bosque de Boloña, entre los de carácter material; entre los religiosos, una sinagoga y algunos templos calvinistas en ejercicio; y entre los que se refieren á la enseñanza, la beneficencia y la tipografía, un hospicio de sordo-mudos, varios hospitales selectos, una biblioteca escogida con 110,000 volúmenes, una academia y escuela de bellas artes, muchos colegios notables para todos los ramos del saber, escuela de artes y oficios, observatorio astronómico, un montepío, cerca de treinta imprentas, con doce ó catorce periódicos permanentes, y otra multitud de establecimientos que hacen de Lyon una ciudad casi de primer orden.

Ella, como esfuerzo progresista y como obra de ingeniatura, es una de las mas bellas que pueden hacer honor al espíritu industrial moderno.

No, no encuentro aquí una porcion de yerbas silvestres, donde dejar por un momento el fardo de mis inquietudes y de mis penas, y respirar al menos una hora al aire libre, al aire del campo. ¡Qué bellas me parecen las cercanías de Tíboli! ¡Qué bellas me parecen, tambien las laderas rojas de mi Andalucía; que ven impasibles estrellarse á sus piés las olas espumosas del Océano Atlántico!