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Actualizado: 22 de junio de 2025


Sacó los insectos con el dedo meñique, y su amiga le criticó esta acción, llamándole sucio y tratándole con cierta sequedad. Trajeron la leche bien tapada para que no cayeran moscas, y mientras Fortunata se la bebía, Ballester se tomó la otra, diciendo bromas y chuscadas, con las cuales no lograba disipar la negra tristeza en que la joven había caído tras la ruidosa alegría.

¡Esto te extraña, hijo mío! pues bien, yo se lo había predicho. ¡Usted!... . El bebía demasiado aguardiente, y yo le decía siempre: «Mi viejo camarada, acabarás por una concustion invantánea dijo el maestro Durand con importancia, apoyando cada palabra e hinchando los carrillos.

Era la época de las cavatinas, cuarteadas con acompañamientos rudimentarios; Lohengrin bebía mosela en los vidrios blasonados de Baviera; el Trovador era la ópera con Mirati y Tamberlick; eras el drama con la Rodríguez y la Bigones, con Enamorado y Vilardebó. ¡El teatro de la Victoria era tu campo de batalla! ¡Oh, mis buenos y bravos cómicos, aquella noche estaban todos!

Mas como fuese el traidor tan astuto, pienso que me sintió, y dende en adelante mudó propósito, y asentaba su jarro entre las piernas, y atapábale con la mano, y ansí bebía seguro.

Hubo, por otra parte, cristiano que por entre las lanzas de los moros asía una vasija de agua y bebía traspasado .

Sábese que quien más apretó la dentellada en aquella puja de mordiscos fue la Escribana mayor, que, según fama, se bebía los vientos por el hijo del boticario.

Además, era muy bestia, no podía sostener una conversación, y con ella el dúo del amor casi se convertía en triste soliloquio. ¿Enriqueta? Lánguida, esbelta, pálida y ojerosa, parecía sentimental y romántica; pero al comer devoraba, bebía como un tudesco y amaba con estremecimientos de epilepsia: pecar con ella no era rendir grato tributo a la Naturaleza, sino hacer un favor. ¿Flora?

El Señor me lo perdone... El bebía y hacía cosas peores; yo le hablaba, sin aceptar sus obsequios, sin hacer caso de sus blasfemias, esperando que estuviese bien borracho para ver si de este modo podía meterlo en una iglesia y que oyese una misa, una tan sólo, con la esperanza de que Dios y su Santísima Madre me habían de ayudar, tocándole el corazón. ¡Y costó, pero llegó!

La que libre, feliz y soberana Bebia la virtud republicana En el soplo viril del huracan; La que en alas del rápido pampero Parecía decir al mundo entero: «Adonde mi viento el brazo La que Atenas del mundo Americano Distribuyó con generosa mano De ilustracion y de verdad el pan, Y en la mente sin luz de la criatura Encerraba la ardiente levadura Que con la edad debia fermentar?

El escribano D. Casiano no padecía ninguna clase de gastralgia ni aguda ni crónica. Por eso no se creía en el caso de usar de la moderación del recaudador. Bebía como un buey y orinaba como otro buey y tenía un vientre mayor que el de dos bueyes reunidos.

Palabra del Dia

rigoleto

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