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Y se dirigió a paso largo hacia casa, arrastrando al perro, dispuesto a interpelar al Duque de un modo violento. Mas antes de llegar, tuvo tiempo a reflexionar que su posición era muy delicada. Reñir con el huésped por cosa tan baladí, a los ojos de todo el mundo, por más que a los suyos no lo fuese, pasaría seguramente por el colmo de la grosería.

Raimundo era, como ya sabemos, un chico débil, que no había tenido la educación gimnástica de los jóvenes aristócratas, sus amigos. Aquel viajecito por el estribo, con la marcha rapidísima del tren, que para ellos era cosa baladí, para él, que sentía vértigos al atravesar un puente o subir a una torre, era realmente peligrosísimo.

Lo que está fuera de duda es que con ella quería decir don Máximo dar a entender algo insignificante, baladí o de poco monto. Y basta con esto para que sepamos a qué atenernos sobre la opinión de la ciencia en lo referente a los males de doña Gertrudis. Después del nacimiento de Marta, las dolencias de doña Gertrudis no desaparecieron, sino que cambiaron de rumbo.

Así Thiers, el día después de su llegada, 21 de Septiembre, empleó sus horas de este modo, que cuenta López Cepero, á su amigo el autor de El dos de Mayo: ...«Estaba dispuesta una novillada y concurrió á ella dicho personaje, rodeado de gente juglar y baladí, muy poco conforme á la categoría que se le supone, y con esta chusma pasó toda la noche en un corral de la calle Jimios, entre gitanos y mujerzuelas, lo más asqueroso que se usa en las fiestas de candil á que sólo aun entre la canalla suele verse algún día de campo, estando desterrado en todo lugar y tiempo de la gente de mediana educación y decencia

Un detalle igualmente baladí. ¡Adelante otra vez! Sólo entonces volvió la cabeza, fijándose en sus compañeros. A un lado estaban los padrinos, que seguían sus operaciones con respetuoso silencio, no osando aportar a ellas su ignorancia perturbadora.

Entonces me vuelvo replicó Mario retrocediendo. Pero ya una de las viejas había cerrado la puerta. ¡Cómo! ¡No faltaba más! Pase usted, caballero, pase usted. D. Jeremías no es visita. Siga, siga, señor; siga adelante. Y las tres le empujaban por el pasillo hablando a un tiempo, asustadas sin duda de que por motivo tan baladí quisiera destruir su felicidad. El pasillo resplandecía de blancura.

La Casiana, carácter duro, dominante, de un egoísmo elemental, era la más antigua de las antiguas; la Burlada, levantisca, revoltosilla, picotera y maleante, era la más nueva de las nuevas; y con esto queda dicho que cualquier suceso trivial o palabra baladí eran el fulminante que hacía brotar entre ellas la chispa de la discordia.

No hay lectura, no hay conversacion, no hay espectáculo, por insignificantes que parezcan, que no nos puedan instruir en algo. Con la atencion notamos las preciosidades y las recogemos; con la distraccion dejamos quizá caer al suelo el oro y las perlas como cosa baladí. Cómo debe ser la atencion. Atolondrados y ensimismados. Creerán algunos que semejante atencion fatiga mucho; pero se equivocan.

Le aseguro a usted, Amaury, que no es nada peligroso, y le prometo que han de pasar más de seis meses antes que el apocado Felipe se atreva a hacerme la menor insinuación amorosa. »No he creído necesario hablarle, a mi tío de asunto tan baladí. No es cosa de molestarle con tan poco fundamento; el pobre está cada día más abatido y es muy de temer que no tarde mucho en reunirse con su hija.

Todo eso manifestó aquél con acento perfectamente tranquilo, como si se tratase de un asunto insignificante y baladí no es prueba suficiente para acusar a Cirilo de que trabaje para deshacer tu matrimonio... Pero aunque trabajase, ¿qué? Yo estoy seguro completamente de Germán. ¿No lo estás de Clara...? ¡Pues entonces...! Ella tiene cien mil pesos.