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Actualizado: 8 de julio de 2025


En algunos de ellos, y por motivos extraordinarios, se ha visto bailar en el campo á la gente del buen tono, una vez, dos, tres ... las que ustedes quieran; pero repetirse estos bailes con tal éxito y de manera que la repetición haya llegado á crear una necesidad pública, una costumbre característica ya de toda una clase social, precisamente la más remilgada y escrupulosa, gloria es que, por extraño privilegio, corresponde á Santander.

Ningún casamiento ha agitado más que aquél los círculos sociales de Buenos Aires. En el teatro, en Palermo, en los bailes, en los clubs, en las iglesias no se hablaba de otra cosa. Mi tío había hecho demoler y reedificar gran parte de su casa de la calle Victoria.

Tu pobre papá se ha visto privado hace ocho años de dar bailes, comidas, ni un siquiera... ¿Quién había de hacer los honores?... Y vuestra casa es una de las mejores de Madrid, está decorada con mucho gusto, aunque un tanto abandonada de algún tiempo a esta parte. Es lástima y grande que no haya podido aprovecharse hasta ahora el espacioso y elegante salón que tenéis.

Con esta garantía de seguridad y de independencia, los bailes campestres adquirieron nuevo vigor, y los autores de tan saludable pensamiento merecieron bien de la culta sociedad santanderina.

Pero no todas las feas «planchan». No pocas de ellas se ven tan atendidas y solicitadas en los bailes como las más lindas. Una fea se defiende de la «plancha» con dos recursos: bailando bien y teniendo ingenio y espiritualidad. El bailar bien, con gracia y soltura, es ya una forma de belleza física.

Dondequiera que la encontraba requebrábala a su manera, bromeaba, sufría con paciencia sus «patas de gallo». Porque era Valentina el tipo de la artesana de Sarrió, en quien la falta de educación es una gracia más que añadir a las muchas que poseen. Concluído el equipo de Ventura, y no teniendo ocasión de verla, Pablito aprovechaba los bailes de las Escuelas para seguir festejándola.

No se negaba a asistir a los bailes, tertulias y otras fiestas que en el lugar se daban. Había ido a las ferias de los lugares cercanos y a algunas romerías, y no esquivaba la conversación de las gentes, aunque con tan juicioso y bien templado decoro, que atinaba a desechar la familiaridad excesiva, sin ofender al vidrioso y sin alentar al audaz y confiado.

El joven, sin quitar los ojos de la puerta, abrazó el talle de la bordadora, lanzándose con ella en raudo vuelo por la sala. Otros jóvenes, no menos raudos, venían del lado opuesto, y ¡claro! un choque primero, después otro y después otro. Tales encuentros eran un atractivo más en aquellos bailes.

Al finalizar cada acto, se representaba un pasillo cómico ó burlesco, en el cual aparecía el gracioso, diciendo algunas cosas buenas, entre muchas sandeces. En los entreactos había también bailes, con acompañamiento de arpa y de guitarra.

Estas seguidillas deben mirarse como la matriz de casi todos aquellos bailes nacionales, tan celebrados ahora por todos los españoles á quienes no ciega la afición á lo extranjero, y famosos también fuera de España. Una descripción de él dará una idea aproximada de otros que se le parecen, con ligeras modificaciones, como El Fandango, Bolero, etc.

Palabra del Dia

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