Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 8 de julio de 2025
Los bailes son lugares de perdición y debemos desear que no vaya a ellos nadie. Entonces no los habría... De modo que no quiere usted que vaya. Si usted me consulta, tengo el deber de aconsejarle que no vaya me respondió adoptando por primera vez un tono sumiso y monjil que no le cuadraba. Bien, puesto que usted no quiere, no iré; pero en cambio me va usted a decir cómo se llamaba.
Los que poseía, siempre que salía a la calle a pie, se entregaban, mira a un lado, mira otro, a un trabajo abrumador superior a sus fuerzas. Pero con el tiempo, había ido adquiriendo alguna confianza. Valentina no salía apenas de casa. En romerías y bailes, después de su deshonra, no la había visto nadie.
En todo caso, si ese templo se destruyese, pues condición es de toda humana obra el ser efímera y perecedera, otro tan suntuoso se alzaría de contado para sustituirle: yo lo fío . Sin teatro y sin escuelas podríamos vivir; ¡pero sin bailes campestres!... ¡Horror!
La «planchadora», por el contrario, prefiere la murmuración a la «plancha». Alguna vez se «plancha» sin ser «planchadora»; un «planchado» fortuito, casual, injustificado; porque, usando el lenguaje corriente, hay bailes con suerte y bailes con desgracia. He aquí un fenómeno superior a nuestra capacidad analítica. ¿Por qué en unos bailes tenemos éxito y en otros no lo tenemos? Misterio.
Y a más descubrieron que yo podía prestar pequeños servicios; conozco muy bien los caminos, y van a utilizarme como guía. En fin, yo no soy nadie, mientras que tú, Conde Pablo de Lavardens, tú eres alguien. Así, no temas nada, llegará tu turno con los bailes y las fiestas cuando sea preciso brillar, cuando se necesite bailar.
Nuestro hostelero, que era un buen hombre, mucho mejor que su hotel y sus alcobas de dormir, nos refirió algunos pormenores que nos dieron idea de la originalidad de aquellos bailes, mas parecidos á una escena de sombras chinescas que a otra cosa.
Paquita no se ponía tasa en el vestir elegante, ni en el lujo de mesa, ni en el continuo zarandeo de bailes y reuniones, ni en los dispendiosos caprichos.
En los bailes de Carnaval había conocido a Fernando, un teniente de artillería, esbelto, con cintura de señorita, que en el teatro, durante los entreactos, rondaba por cerca de sus butacas buscando ocasión de saludarla con gracia marcial que encantaba a Amparito.
A la de buenos dientes, que riese siempre, hasta en los pésames; a la de buenas manos, se las enseñaba a esgrimir; a la rubia, un bamboleo de cabellos y un asomo de vedijas por el manto y la toca extremado; a buenos ojos, lindos bailes con las niñas y dormidillos, cerrándolos, y elevaciones mirando arriba.
Este conocimiento sirvió para que «la pequeña Laurier» como la llamaban las amigas, á pesar de su buena estatura se viese buscada por el maestro en los bailes, saliendo á danzar con él entre miradas de despecho y envidia. ¡Qué triunfo para la esposa de un simple ingeniero, que iba á todas partes en el automóvil de su madre!... Julio sintió al principio la atracción de la novedad.
Palabra del Dia
Otros Mirando