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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Padre Urtazu dijo la desposada llegándose al que su negra faja declaraba por jesuita, y, asiéndole la mano, sobre la cual cayeron a un tiempo sus labios y dos lágrimas, claras como agua , pida usted a Dios por .... Y acercándose más, añadió bajito: Que si papá tiene algo, me lo avise usted, usted ¿verdad?

Descuida, hombre, descuida. Y avísame, para que yo avise á la señora Luisa. Te avisaré. Adiós. Adiós. Y el paje se volvió á la antecámara, y el galopín á las cocinas. Don Juan Téllez Girón había salido feliz, enloquecido de amor del alcázar, transformado, gozando de una nueva vida.

¿Quiere vuestra señoría que avise al ujier de cámara de su majestad? dijo Ruy Soto. Esperad un momento; decíais que estábais acechando... ; , señor, á dos hombres sospechosos que no han cesado de pasearse desde el obscurecer y en silencio, por la galería de la derecha. ¿Y qué trazas tienen esos hombres? Malas, señor; pero aunque las tuvieran muy buenas, la tenacidad con que se pasean...

Preguntóme si era á lo divino, respondíle que ; diómela, volvíme á casa y avisé á Solano que repasase el auto de Caín y Abel, y lo fuese á cobrar á tal parte, porque lo habíamos de representar aquella noche. Y entretanto yo fuí á buscar un tamborino, hice una barba de un pedazo de zamarro, y fuíme por todo el pueblo pregonando mi comedia.

Los navios que hubieren de entrar, pueden esperar al abrigo de la isla de los Reyes el viento favorable, y entrar cuando la marea esté sin fuerza, llevando en el tope algunos de los pilotos que avise para el gobierno del timon: que de esta suerte entró ahora con felicidad este navio de San Antonio.

¿Te sientes mal, de veras? replicó la niña abriendo mucho sus ojos azules sin conseguir que pareciesen inocentes. Un poco. ¿Quieres que avise? No; si lo que me hace daño son tus ojos. ¡Ah, vamos! exclamó ella riendo como si cayese entonces en la cuenta. ¡Entonces los cerraré! ¡Oh, no; no los cierres, por Dios! Si los cerrases, me pondría mucho peor. Entonces me iré dijo levantándose de la silla.

Escribí a mi casa que yo no había menester más ir a la escuela porque, aunque no sabía bien escribir, para mi intento de ser caballero lo que se requería era escribir mal, y que así, desde luego renunciaba la escuela por no darles gasto y su casa para ahorrarlos de pesadumbre. Avisé de dónde y cómo quedaba y que hasta que me diesen licencia no los vería.

Y añadía con expresión cariñosa, que contrastaba con su carácter rudo y taciturno: Ven, Gabriel: te esperamos en mi casa. Cuando te canses de hacer compañía a tu sobrina y de oír a ese loco de don Luis, sube un rato. No podemos pasar sin tu palabra. Don Martín está entusiasmado desde que te oyó la otra tarde. Desea verte; dice que iría de un extremo a otro de Toledo por escucharte. Quiere que le avise así que te decidas a reunirte con los amigos; y eso que don Antolín, hablando con él, te puso de loco y de hereje que no había por dónde cogerte...

¡Qué quiere!... aquí aprendemos de todo... y quién sabe si hay alguno que toma más mate «de» yo contestó enfáticamente Garona, que hacía gala de su capacidad de bocoy, considerando que el verdadero mérito de «un buen gaucho» se revela por el número de mates que pueda tomar y no por calidades de otro orden. Cuando sea hora de salir, avise, Baldomero, para despertarlos.

El lacayo de su excelencia no ha venido todavía. Este excelencia era el duque de Uceda. El duque se fué anoche muy tarde; cuando yo te avisé aún no se había ido; te acostaste, yo misma le hice salir por el postigo... podía estar el duque todavía aquí. Te tengo dicho que cuando don Juan venga á una hora imprevista, le contestes como si no le conocieras y le despidas.

Palabra del Dia

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