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Actualizado: 21 de mayo de 2025


En ella se queda la desventurada, exclamó poniéndose de pie y dando un hipido el señor Ginés de Sepúlveda, y ya, señora, que veis que de vos tan mal aventurado me aparto, y tan castigado y doliente, acordaos de en vuestras oraciones, que puede ser que Dios os oiga, y por vuestro ruego la paz del alma me vuelva que he perdido.

Tal vez, casi de fijo, por aprensiones de la vanidad y de la malicia torpe y grosera. ¡Ah!, porque ella estaba tocada del gusano maldito, del amor de los sentidos; porque ella estaba rendida a don Álvaro si no de hecho con el deseo esta era la verdad porque ella era pecadora ¿había de serlo también el hermano de su alma, el padre espiritual querido? ¿qué pruebas tenía ella? ¿No podía ser aprensión todo, no podía la vanidad haber visto visiones? ¿Cuándo De Pas se había insinuado de modo que pudiera sospecharse de su pureza? ¿No habían estado mil veces solos, muy cerca uno de otro, no se habían tocado, no había ella, tal vez con imprudencia, aventurado caricias inocentes, someros halagos que hubieran hecho brotar el fuego si lo hubiera habido allí escondido?... ¡Y está abandonado!

Sin osar, por tanto, llamarla un palacio, no es aventurado afirmar que aquella mansión había sido construidaa por una persona principal para su exclusivo uso y regalo. La circunstancia de tener sólo un piso, bien claramente lo decía.

Con todo esto es seguro que se endulzarían bien el paladar sus señorías, y no es aventurado suponer que aún sobraría algo para los pajes y la servidumbre.

Es también aventurado asegurar, como han pretendido algunos críticos y aficionados, que en Cataluña y Aragón imperase sólo la influencia flamenca, y en Castilla y Andalucía la italiana: aquélla se inició antes, mas luego la acción de ambas fue casi simultánea, por lo cual en las obras de algunos pintores españoles de entonces se observa que buscaban, por ejemplo, al mismo tiempo el carácter y personalidad de las figuras a semejanza de las escuelas de Colonia y de Brujas, y la impresión de color al modo de las escuelas de Siena y de Florencia.

Tal vez la causa de que nos siguiese no fué para nosotras lisonjera, sino ofensiva; tal vez, al vernos solas y tan jóvenes, formó de nosotras una idea... Es posible... quizá al principio nos juzgó mal; pero, no lo dudes, juicio tan aventurado y poco favorable fué pasajero. No se sigue a quien no se estima, como nos siguió el Conde.

Azorín se marcha. Azorín, decididamente, no puede estar sosegado en ninguna parte, ni tiene perseverancia para llevar nada a término. Yo he leído en los diccionarios que autotelia significa «cualidad de un ser que puede trazarse a mismo el fin de sus acciones». Pues bien; no es aventurado afirmar, aunque sea en redondo, que Azorín no tiene autotelia. Por eso se marcha repentinamente de este pueblo, sin motivo ninguno, como se marchará luego de otro cualquiera.

Diego del Castillo no asistió á la jornada de los Gelves que relata: habla por referencia, pero con buenos informes, que no es aventurado presumir procedieran del mismo D. Álvaro de Sande, á quien ampara contra opiniones contrarias, pues refiere dichos y hechos que no constan en las otras relaciones ni era fácil supiera de otra lengua; y la oportunidad de sus escritos se acredita por los que van apareciendo, en prueba del gran número de los que sin duda produjo el desastre que á tantas familias dejaba lastimadas.

Desde luego comprendió el aventurado plan de Nelson, que consistía en cortar nuestra línea por el centro y retaguardia, envolviendo la escuadra combinada y batiendo parcialmente sus buques, en tal disposición, que éstos no pudieran prestarse auxilio. »El Nepomuceno vino a quedar al extremo de la línea.

El uno de ellos, nacido en Algodonales, era de los contertulios más asiduos del barbero Calleja; y no es aventurado afirmar que intervino en la cuasi-trágica escena que en el primer capítulo referimos. Se llamaba Francisco Aldama, y por ser andaluz y bastante aficionado al trato de los lidiadoras de toros, se le llamaba Curro Aldama, ó el Curro.

Palabra del Dia

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