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Actualizado: 7 de octubre de 2025
Ruborizóse ella otro poco, retiró la mano y la puso suavemente sobre el brazo del caballero al tiempo que murmuraba, mostrándole una de las ventanas. Venga usted, hablaremos con más libertad en el jardín... Y a través de las avenidas asoleadas le condujo hasta el centro del parque.
Sosegadas al cabo aquellas avenidas, quedaron silenciosos y embarazados, no sabiendo qué decirse. Andrés fue el primero que habló. Si hay hoguera en Marín, no puedes bajar en esa traza, Rosa... Ella no contestó. Ambos meditaron.
Sin embargo, la mayor parte de las veces no lograba penetrar el recóndito sentido de sus razonamientos, quizá porque como neófito no estaba al tanto del tecnicismo filosófico usado en las escuelas. Por esta razón su confidente más asiduo no era el zapatero, sino un guarda del Retiro. Este le instruía como un maestro de la escuela peripatética paseando bajo las amplias avenidas de olmos.
Algunas veces, un torpedero, al entrar en el puerto viejo, se deslizaba por la boca de una de estas callejuelas sombrías como si pasase por la lente de un anteojo. Al sentirse fatigado el marino por el mal olor y la miseria viciosa de los barrios viejos, volvía al centro de la ciudad, paseando bajo los árboles de las avenidas de Meilhan ó entre los puestos de flores del Coso Belzunce.
Porque desde muy antiguo tiene tomadas en los países latinos todas las avenidas por donde ha de pasar necesariamente la vida humana. Es verdad. Ninguna religión ha sido tan cautelosa como ésta; ninguna se ha emboscado mejor para salir al encuentro del hombre; ninguna ha escogido con tanto acierto, en los momentos de dominación, las posiciones para hacerse fuerte cuando llegase la decadencia.
No podía contenerse; iba de una ventanilla a la otra, interrogando la casa y los campos y buscando una figura humana. Por fin saltó a tierra, corrió hacia la villa, encontró todas las puertas abiertas y no vio a nadie. Retrocedió y penetró en el jardín del Norte; estaba desierto. Una puertecita y una escalerilla llevaban al jardín del Mediodía. Se lanzó por ella y se aventuró por las avenidas.
Muchos desgraciados con talento, que titubeaban en las avenidas de la vida, no sabiendo qué camino tomar, entraban en el magisterio, dignificado y elevado a primera función nacional. El más humilde maestro de España tendría mayor sueldo que un canónigo...
Ellos eran miles de cascos brillando al sol; miles de gruesas botas levantándose con mecánica rigidez todas á un tiempo; las trompetas cortas, los pífanos, los tamborcillos planos, conmoviendo el augusto silencio de la piedra; la marcha guerrera de Lohengrin sonando en las avenidas desiertas ante las casas cerradas.
El rio es navegable en todos tiempos hasta la poblacion: mas arriba ofrece algunas dificultades, principalmente cuando las avenidas de las aguas empiezan á disminuirse. La costa del S es generalmente baja: la del N al contrario está bordada de lomas mas ó menos altas, y cortadas á pique en ciertas partes.
Entregó la esquela a Pierrepont, conviniendo con él en que al día siguiente se verían en una de las avenidas de los Grenets después de la entrevista con Beatriz.
Palabra del Dia
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