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Actualizado: 9 de junio de 2025
Habiéndose vuelto tan etéreo, habiendo sus admiradores hecho su apoteosis, ¿pisaban sus pies el polvo de la tierra cuando iba marchando en la procesión? Mientras las filas de los hombres de la milicia y de los magistrados civiles avanzaban, todas las miradas se dirigían al lugar en que marchaba el Sr. Dimmesdale.
Avanzaban por las naves cinco canónigos con sobrepellices de coro, cada uno con una llave en la mano. Eran los guardadores del Tesoro. Abría cada cual la cerradura confiada a su custodia, giraba pesadamente la puerta y quedaba abierta la capilla con sus antiguas riquezas.
Los suyos avanzaban, pero su avance no representaba tal vez mas que una ventaja local. ¡Era tan extensa la línea de batalla!... Iba á ocurrir lo que en 1870: el valor francés alcanzaría victorias parciales, modificadas á última hora por la estrategia de los enemigos hasta convertirse en derrotas. Después de media noche cesó el cañoneo, pero no por esto se restableció el silencio.
Aplaudía la gente, gritaban los más entusiastas y nerviosos, rugía la música, y en medio de este estruendo, que iba esparciéndose por ambos lados, desde la puerta de salida hasta la presidencia, avanzaban las cuadrillas con una lentitud solemne, compensando lo corto del paso con el gentil braceo y el movimiento de los cuerpos.
Una noche tranquila, de hermosa luna, tuve que pasar solo cerca del sitio terrible. Aun tiemblo al recordarlo. El abismo me miraba, me atraía; mis rodillas se doblaban desobedeciendo mi esfuerzo y los tallos de los arbustos avanzaban para arrastrarme hacia la negra boca.
Y entre el repique de las castañuelas y redoble de los atabales, avanzaban las cuatro parejas de gigantes, enormes mamarrachos cuyos peinados llegaban a los primeros pisos y que danzaban dando vueltas, hinchándose sus faldas como un colosal paracaídas.
Los arneses, al moverse, descubrían su piel con los pelos arrancados y sangrientas desolladuras. Avanzaban con un tirón supremo, concentrando sus últimas fuerzas, como si la razón de los hombres obrase sobre sus obscuros instintos. Algunos no podían más y se desplomaban de pronto, abandonando á sus compañeros de fatiga.
Si en un monasterio acababan de profesar hermosas novicias, se conmovían sus puertas á media noche bajo los hachazos de los demonios barbudos que avanzaban tierra adentro, dejando á sus espaldas la galera preparada para recibir su flete de carne femenil.
El agua, verde y blanca, saltaba furiosa entre las piedras; las olas rompían en lluvia de espuma, y avanzaban como manadas de caballos salvajes, con las crines al aire. Lejos, a media milla de la costa, como el centinela de estos arrecifes, se levantaba la roca de aspecto trágico, Frayburu.
Las patillas grises estaban unidas al bigote; la raya del peinado descendía hasta la nuca, y por encima de las orejas avanzaban, brillantes de cosméticos, dos mechones recortados y teñidos. Creí que era un general ruso ó un personaje austriaco vestido de invierno, con una elegancia digna de la Costa Azul, y eras tú, querido coronel. Aún no te había visto fuera de Villa-Sirena.
Palabra del Dia
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