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Actualizado: 31 de mayo de 2025
A la una... a las dos... ¡Cornias! dijo en voz alta , atraca otra vez... y aguárdate así, que vuelvo enseguida.
La vaca de tío Miguel Cerojo tuvo un lubieso en salva sea la parte, pero curó bien; y en la cabaña de Viérnoles, que estaba á la vera de la nuestra, hubo solengua y fenecieron siete cabezas. Nel, mi compañero, pensó que se le había pegao el mal; pero too ello resultó ser una atracá de arenques con leche: rompió á las tres horas, y no tuvo otro aquel.
Maltrana, recordando las afirmaciones de otros tiempos, repetía a su novia que la vida es alegre, que la vida tiene un sentido helénico, que el dolor, que parece interminable, no es mas que un accidente pasajero, el aperitivo de la felicidad, tras el cual se atraca uno mejor de las dichas de la existencia.
De puro ateo y compasivo que es; sólo que el mejor día le va a borrar alguno la sonrisilla esa de un bofetón... digo, me parece a mí... ¡Ajá!... ya estamos... Hoy no basta la mano, porque son muchos los escalones descubiertos y están algo resbaladizos: tenga usted la bondad de tomar mi brazo... ¡Atraca bien, Cornias, y ten firme!... Poco a poco, Nieves... Déjeme usted pasar primero al balandro... Deme usted su mano ahora... Muy bien... Ya estás botando, Cornias; y en el aire... ¡Listo el foque para hacer cabeza!... Pase usted a su sitio de costumbre, Nieves, que es el más seguro... Eso es... Avante vamos... ¡Listo el aparejo!
Trató de evitar el saludo pasando á la acera contraria; pero el viejo, que no estaba tan borracho como suponía, le conoció perfectamente y le chicheó. ¡Eh! ¡Chis! Velázquez... Atraca, hijo... ¿Dónde va el hombre? Pues... á ninguna parte. Estoy tomando el fresco... y pensando en lo divertido que estará ahora su sobrino. ¡No lo creas!... Mi sobrino es un gallego desorejado.
De pronto, tomando con sus dos manos los brazos de su sillón, se enderezó tan alto como era; una llama guerrera brotó de sus profundas órbitas y exclamó con una voz sonora que me hizo extremecer: ¡Barra al viento, todo al viento! ¡Fuego á babor! ¡Atraca, atraca; arrojad los ganchos! ¡Con vigor! ¡Ya lo tenemos! ¡Fuego allá arriba! ¡Un buen escobajo! ¡Limpiad el puente! ¡A mí ahora! ¡juntos! ¡Sus! ¡al inglés, al sajón maldito! ¡hurra!
¿Por qué entonces, se dirá, doña Paula se vestía de este modo? No serán muy conocedores del corazón humano los que tal pregunten. Doña Paula se ponía el sombrero y los guantes a sabiendas de que iba a pasar un mal rato, como un chico abre el aparador y se atraca de dulce a sabiendas de que en seguida le han de azotar.
Y es que no hay nada que desanime a los héroes tanto como las cárceles celulares. Llamaron inmediatamente a D. Peregrín Casanova, el cual, al revés de lo que le había sucedido a su amigo, entró majestuosamente en el salón, resoplando y balanceándose como un vapor que atraca al muelle.
Palabra del Dia
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