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Actualizado: 30 de abril de 2025
Al decir esto, señalaba con los ojos los grupos dispersos de los jóvenes que marchaban delante de ellos: Platel y Mabel d'Ornay, Diana y James Milk, las de Blandieres con Martholl y Bertrán, y otras parejas más, todos alegres de sentir la influencia de los fluidos de atracción. Juan, repuso muy excitado: Explíqueme usted de una vez lo que es en su justo límite, ese odioso flirt... ¿El flirt?
Las produce la Luna, y algo también el Sol, por la atracción que ejercen sobre las aguas. No entiendo ese fenómeno, tío. Esto de bajar y subir cada seis horas el nivel del mar es para mí un misterio. Lo creo, pues durante muchos siglos no se supo explicar ese hecho.
El alma ve entonces las cosas tales como son y no tales como aparecen; las ve, no en su manifestación transitoria, sino en su idea pura y eterna; no ya en lucha constante, desligadas, sin concierto, en guerra de exterminio, sino que las ve atadas por lazo de amor, subiendo en concorde armonía hacia la luz y hacia el bien, y encaminándose, por atracción suave y divina, a la justificación providencial de todo.
Sin cesar se habla de la gente arruinada por las revoluciones, y quizá es mayor el número de las personas enriquecidas por las revoluciones. Los americanos sufren fuertemente la atracción de París. No existe en el mundo otra ciudad en que sea tan agradable y tan fácil gastar el dinero.
La Naturaleza sentía también la atracción de su llamado generoso; vientos, aves y plantas parecían buscar como en el mito de Orfeo y en la leyenda de San Francisco de Asís , la amistad humana en aquel oasis de hospitalidad.
Era un amor humano: el amor del hombre hacia la mujer: una atracción incontrastable me arrastraba en mi pensamiento a confundirme con ella: parecíame sentirla engrandeciendo mi ser, absorbiéndose enteramente su cuerpo y su alma, respirando en su aliento, latiendo en su corazón, viviendo en su vida... ¡Oh!
La explicaba cómo una serie de transiciones invencibles me había conducido poco a poco desde la indiferencia a la atracción, del temor al vasallaje, de la añoranza en la ausencia a la necesidad de no separarme nunca de ella, de la visión de que iba a perderla a la certidumbre de que la adoraba, del afán por su tranquilidad a la mentira, en fin, de la voluntad de callar siempre al afán irresistible de confesárselo todo y de pedirle perdón después.
El viaje había sido un verdadero rapto frustrado. La muchacha se sacrificaba. Hacía ya tiempo que él, D. Narciso, tenía sospechas de lo que iba a pasar. El excusador había concebido una pasión sacrílega. La escapatoria estaba concertada desde hacía tres meses, etc., etc. Les llenó la cabeza de viento. La posición que ocupaba como párroco, de hecho si no de derecho, facilitó mucho esta atracción.
Ella compartía la misma admiración en otro extremo de la escena, y los dos se buscaron con la atracción de dos astros que se presienten, con el irresistible impulso de dos afinidades electivas, para no separarse más. Bailaron en adelante el uno para el otro. Imposible encontrar el ritmo sublime en brazos distintos.
Sería bonito huir, romper lo ordenado, entregarse á la atracción de esos horizontes donde la diosa Aventura celebra diariamente, en la vaguedad ondulante de todos los caminos, sus ritos de poesía y misterio. Y alucinada por «la alegría que pasa», Margarita Brunet, sin despedirse de nadie y sin amar á ninguno de sus raptores, siguió á la farándula...
Palabra del Dia
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