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No, no encuentro aquí una porcion de yerbas silvestres, donde dejar por un momento el fardo de mis inquietudes y de mis penas, y respirar al menos una hora al aire libre, al aire del campo. ¡Qué bellas me parecen las cercanías de Tíboli! ¡Qué bellas me parecen, tambien las laderas rojas de mi Andalucía; que ven impasibles estrellarse á sus piés las olas espumosas del Océano Atlántico!

El puerto de Málaga, aunque reducido, poco abrigado y muy defectuoso por los bancos de arena que arrojan á su seno las borrascas del Mediterráneo, está siempre poblado de numerosas naves de todas las naciones, y allí tocan todos los vapores que hacen el servicio de las costas españolas y africanas, y que giran entre el Mediterráneo y el Atlántico.

Norteamérica está llamada a ser una federación, menos por la primitiva independencia de las plantaciones que por su ancha exposición al Atlántico y las diversas salidas que al interior dan el San Lorenzo al Norte, el Mississipí al Sur y las inmensas canalizaciones al centro. La República Argentina es una e indivisible.

Durante dos siglos había permanecido inexplorado, creyendo los descubridores españoles á causa de los informes de los indígenas en la posibilidad de navegar por él hasta Chile, lo que haría del río de los Sauces un canal entre el Atlántico y el Pacífico menos lejano que el estrecho de Magallanes.

El viaje de ida fue regular; pero a la vuelta, luego de haber pasado el estrecho de Magallanes, sobrevinieron las calmas, y la fragata quedó inmóvil en el Atlántico cerca de un mes, agotándose rápidamente el pañol de los víveres.

Fué la travesía como al emigrar plácida y hermosa, y al murmullo de las olas del Atlántico, Sebastián, libre por vez primera de la diaria esclavitud del trabajo, sintió que se despertaban en él extraños anhelos, aspiraciones nuevas, vivas, en que reclamaba su parte alícuota la imaginación. De estas aprensiones suele padecer el que se acerca á la dicha esperada largo tiempo.

¡Y era de oír cómo se hablaba entre aquellas gentes de canalizar, de fecundizar, de obras de fábrica, del curso del río, de empalizadas, murallones y otras magnitudes por el estilo, ni más ni menos que si trataran de dar nuevo cauce al Amazonas, o de poner un dique a los furores del Atlántico, cuando, en rigor, todo estaba reducido a retorcer el cauce del regato, junto a la villa, en un trayecto de cuarenta varas, de dos de anchura por otras tantas de profundidad!

Sólo mar y cielo se hubiera visto, sino apareciese ante los ojos encantados de los de la nave, no lejos de ella y en medio del piélago azul, algo a modo de ingente y precioso canastillo de flores y verdura, que parecía flotar sobre la superficie del Atlántico.

Al descender a la cubierta de paseo encontró Fernando al doctor Zurita, que hablaba con Maltrana, apoyados los dos en la baranda, frente al mar. La soledad del Atlántico traía a su memoria el recuerdo de los argonautas de España, que habían sido los primeros en violar el secreto de los desiertos azules.

Se había inventado la máquina de vapor, y los buques podían salvar fácilmente el obstáculo del estrecho de Gades, sin tener que aguardar semanas á que amainase la violencia de la corriente enviada por el Atlántico.