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Actualizado: 16 de junio de 2025


Por el momento le deslumbró el brillo del brazalete; estaba cuajado de diamantes; su valor debía subir á muchos miles de reales; Juan Montiño se aterró.

Y como era de esperar, la noticia fué adoptando diferentes formas, se dieron detalles tristes, pavorosos, se explicó lo que no se comprendía, se suplieron las lagunas con conjeturas, estas pasaron por hechos acontecidos y el fantasma así engendrado aterró á sus mismos progenitores.

¡Yo no quiero morir, Ulises!... No soy aún vieja para morir. Yo adoro mi cuerpo, soy el primero de mis enamorados, y me aterro al pensar que puedo ser fusilada. Pasó por sus ojos un reflejo fosfórico; sus dientes chocaron con el castañeteo del terror.

La perspectiva de un chocolate con tela por encima y requemado le aterró. No hagas tal, mujer, no hagas tal... Vendré a tiempo. Ya le digo que a no me importa, que se quede por allí si gusta... Pero, mujer, no te sulfures por tan poco... Has de ser razonable.

No puedo ir con niebla por entre esos rompientes. Pero al menos estaríamos en seguridad, en el caso en que los aduaneros bajasen para sorprendernos; y, ¡por Cristo! no podrían aproximarse a la tartana entre esos peñascos y esas olas. Haz poner el puente. El gitano, sonriendo, hizo un gesto negativo que aterró al fraile.

Pronunció de una manera tan fatídica estas palabras, que Montiño se aterró; aturdido, embrollado su pensamiento, llegó á creer lo que no había visto claro; esto es: que en efecto y por una terrible casualidad, hermana de las inauditas que le estaban abrumando desde que llegó á Madrid su sobrino postizo, había matado sin quererlo, sin sospecharlo siquiera, al amante de su mujer.

En una de las noches anteriores, ésta, cuya habitación estaba próxima a la de sus hermanos, había creído sentir ruido por la noche y se había levantado. Miró al través de los cristales hacia la huerta y vió a Pachín, el criado, en compañía de otro hombre a quien no pudo conocer. Sin embargo, concibió una viva sospecha que la aterró.

825 Y me ha contao además el gaucho que hizo el entierro -al recordarlo me aterro, me da pavor este asunto- que la mano del dijunto se la había comido un perro. 826 Tal vez yo tuve la culpa porque de asustao me fuí; supe, despues que volví, y asigurárselos puedo, que los vecinos, de miedo, no pasaban por allí.

A ver, niña, diga usted de una vez. ¿Qué debe hacer la mujer en la sociedad para servirla y serle útil? Casarse dijo Clara con la mayor sencillez; y en el momento que pronunció esta palabra, se aterró de lo que había dicho y se puso como la grana.

De sus sabrosas burlas y sus veras El magno CORDOVES un cartapacio Disparó, y aterró quatro vanderas. Daba ya indicios de cansado y lacio El brio de la barbara canalla, Peleando mas flojo y mas despacio. Mas renovóse la fatal batalla Mezclandose los unos con los otros, Ni vale arnes, ni presta dura malla,

Palabra del Dia

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