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Actualizado: 27 de mayo de 2025
En cambio esta mujer ¿a qué aspira ni qué quiere? Yo la censuro de que se cuida las manos; de que mira tal vez con complacencia su belleza; casi la censuro de su pulcritud, del esmero que pone en vestirse, de yo no sé qué coquetería que hay en la misma modestia y sencillez con que se viste. ¡Pues qué! ¿La virtud ha de ser desaliñada? ¿Ha de ser sucia la santidad?
Cada uno de ellos continuó el ruso lleva debajo de la espalda un depósito de patadas recibidas, y desea consolarse dándolas á su vez á los infelices que coloca la guerra bajo su dominación. Este pueblo de «señores», como él mismo se llama, aspira á serlo... pero fuera de su casa. Dentro de ella, es el que menos conoce la dignidad humana.
Pero aunque no sepa apreciar bien la sucesión de los días, el amor aspira a dominar en el tiempo como en todo, y cuando se siente victorioso en lo presente, anhela hacerse dueño de lo pasado, indagando los sucesos para ver si le son favorables, ya que no puede destruirlos y hacerlos mentira.
Hoy por hoy, con su cuello mórbido y gracioso, el seno firme y decidido, que aspira á levantarse hacia la barba, su cintura delicada, los brazos redondos y macizos, las manos breves de uñas sonrosadas y sus pies inverosímiles, la condesa de Trevia es una mujer hecha á torno.
Se daría a conocer, ganaría amigos y hablaría de política, de hacienda, de ciencias, de todo, luciendo lo mucho que dicen que sabe... y que hasta lo presente, dicho sea en paz y sin que te enojes, no le ha servido de nada. Tú lo confiesas..., no estáis muy lucidos. Estamos contentos... y no deseamos más. Esa es una virtud..., pero infecunda. Cuando no se aspira no se alcanza.
De estos principios hemos de partir para fundamentar el concepto formado de aquellas reformas consideradas indispensables por la opinión, si España ha de modelar en las Filipinas bases robustas en que se asientan las aspiraciones de un porvenir venturoso, libre de las asechanzas y turbulencias que sin fruto agotan las energías de nuestros hermanos de América, debilitando su unidad y poniéndolos en el trance bochornoso de encontrarse fustigados en su soberanía por aquel coloso del Norte, que hambriento de dominio aspira á relegarlos al triste estado de provincias conquistadas.
La plaza de la Libertad, la de la Independencia y la de Cagancha, ésta un poco menor que aquéllas, representan el espíritu típico de la perfección a que se aspira en esta capital. Entre los muchos edificios públicos dignos de estudio deben mencionarse: la catedral, el palacio de gobierno, el teatro Solís, el palacio municipal, el ateneo, la bolsa y la universidad.
Dudo de que pueda mi ser finito satisfacer su amor enlazándose a un ser infinito, que ni cabe en su entendimiento ni su razón comprende. El amor aspira a Dios; pero ¿cómo alcanzarle? La fe me da alas para llegar hasta ti; pero tengo perdida la esperanza, y las alas se rompen. Dejé de tender el vuelo hacia ti.
¿Qué será? ¿Qué no será? murmuró doña Manolita. Adivínalo, muchacha; lúcete; muestra que ves crecer la hierba. Confieso que soy tonta: nada adivino. Ya que no aspira usted a sabio ni a santo, ¿a qué aspira? Aspiro al poder. El poder es el complemento del dinero.
Y tú DON JUAN DE JAUREGUI, que á tanto El sabio curso de tu pluma aspira, Que sobre las esferas le levanto: Aunque Lucano por tu voz respira, Dexale un rato, y con piadosos ojos A la necesidad de Apolo mira: Que te están esperando mil despojos De otros mil atrevidos, que procuran Fertiles campos ser, siendo rastrojos.
Palabra del Dia
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