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Actualizado: 27 de junio de 2025
Contenta con los timbres heredados, los deja subsistir hasta que se le caen á pedazos: no aspira presuntuosa á sustituir al arte monumental de los tiempos que fueron otro arte nuevo; y sin embargo no vive sin arte como otros pueblos.
Definitivamente, abominó de la rueda, la hacía trizas mentalmente, sintiendo el goce del preso que pasa la puerta del encierro y aspira el aire libre. Se imaginó que de sus ojos caían escamas, como de los del apóstol hebreo en el camino de Damasco. Contemplaba una luz nueva.
Quiero creer que tiene corazón; pero, ¿qué uso hace de él? ¿No me ha dicho usted que tiene dos primas ese Querubín que aspira a convertirse en un don Juan? Pero olvido, citándole esos dos nombres, que quizás no conoce usted ni el uno ni el otro. ¿Le ha permitido ya su profesor de retórica leer a Beaumarchais y El Convidado de piedra?
ARGENTINOS: Os juro por mi espada que ninguna otra aspiración me anima que la de la libertad. A nadie se le oculta que mi fortuna es el patrimonio y el sostén de los bravos que mando, y el día que los pueblos hayan recuperado sus derechos será el mismo de mi silencio y mi retiro. Nada más aspira un hombre que no necesita ni cortejar el Poder ni al que manda.
Para determinar aquello a que el FAUSTO aspira, se requiere una previa explicación. En la aurora de toda cultura humana, antes de que hubiese grandes ciudades y de que se edificasen y aun se inventasen teatros, nació la poesía; nació quizá al nacer el habla; y la poesía fue de dos modos principales: lírica y épica.
Ora duda de él y quiere que los extraños confirmen y acrediten que le tiene; ora en el fondo de su atribulada conciencia se ve ruin, necio y para poco, y aspira sin embargo, a imponerse, engañando al mundo. Al orgulloso, al que hace alta estimación de sí propio, poco o nada le preocupa la estimación de los demás. Si no le estiman es porque no le comprenden.
Yo soy el rosal; tú, Crematurgo, eres el mantillo; tú Eumorfo, la mariposa; y Proclo es la nariz que aspira el aroma y la mente que estima la beldad y goza dignamente de ella. ¿Qué culpa adquiere el rosal de que nada sea completo en este bajo mundo? ¡Lástima es que no se logren mantillo, mariposa, narices y mente en un ser solo!
También éste aspira al amor de Eugenia, suscitándose entre él y su rival Aurelio un desafío, en que este último sucumbe. Apenas cae el muerto, se presenta el Demonio y se lleva el cadáver; pero de tal suerte, que se levanta de nuevo con vida, creyendo corromper más fácilmente á Eugenia y conquistar su alma.
¿Y qué? ¿Y VIRGILIO no ha sido también pobre? ¿No estuvo mucho tiempo manteniéndose con un pan solo, regalo de César? La melancolía que se aspira en sus obras, ¿no dice lo bastante cuánto debió haber sufrido su corazón sensible y delicado? ¿Habrá padecido menos que el brillante HOMERO y el festivo CERVANTES?
Reyles saca a la palestra y pone en acción a uno de esos disparatados seres sublimes, llamado Julio Guzmán. El autor, en mi opinión, aspira a que admiremos a su héroe; pero sólo logra que nos parezca insufrible, degollante y apestoso.
Palabra del Dia
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