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Actualizado: 27 de octubre de 2025
La mujer, que allá en el claustro representaba la suma de todas las tentaciones, peligros y asechanzas mundanales, el escollo que ante todo debía evitar el hombre para perseverar en el buen camino, el ser á quien los monjes del Císter no podían mirar sin pecado ni tocar sin exponerse á los más severos castigos de la regla.
Mi comandante, dígale usted a señá Rosa Mística que traslade su amiga al fuerte de usted cuando tenga cañones de veinticuatro, para que estén bien guardadas las niñas de las asechanzas del demonio, que se meten en guitarras destempladas. Me voy, porque don Federico no viene; estoy para mí que está vacunando a todo el lugar, inclusos señá Mística, el maestro de escuela y el alcalde.
Para ponerme a cubierto de sus asechanzas tenía yo un defecto que equivalía, por sus efectos, a una virtud, y era el miedo a lo desconocido; y aquel incorregible terror por los ensayos me prestaba, por decir así, la perspicacia que poseen los experimentados.
Mis tretas para burlar su persecución, se redujeron a echarme a correr por la puerta de San Vicente hacia fuera, metiéndome en los lavaderos del Manzanares, donde me creí perfectamente seguro de las asechanzas de mis enemigos.
La historia de la Severa Villafañe es un romance lastimero, es un cuento de hadas en que la más hermosa princesa de sus tiempos anda errante y fugitiva, disfrazada de pastora unas veces, mendigando un asilo y un pedazo de pan otras, para escapar a las asechanzas de algún gigante espantoso, de algún sanguinario Barba Azul.
La noche le envolvía con todas las asechanzas de una selva virgen, mientras brillaba ante sus ojos una gran ciudad coronada de diamantes eléctricos, esparciendo en la negrura del espacio un halo de incendio. Tres veces pasó junto á los carabineros solitarios, pero no quiso hablarles. «¡Adelante!
Hibbins y Ester es auténtico, y no una fábula, aquí tenemos ya una prueba de la razón que tuvo el joven eclesiástico en oponerse á que se cortaran los lazos que unen una madre delincuente al fruto de su fragilidad. Ya en esta ocasión el amor de la niña salvó á la madre de las asechanzas de Satanás. EL M
Jamas el hombre medita demasiado sobre los secretos de su corazon; jamas desplega demasiada vigilancia para guardar las mil puertas por donde se introduce la iniquidad; jamas se precave demasiado contra las innumerables asechanzas con que él se combate á sí propio.
¡Qué leyenda estúpida! exclamó Maltrana . Al vulgo le place ver los personajes históricos a su gusto, como héroes de novela folletinesca que arrostran toda clase de asechanzas para que al fin triunfe su inocencia en el último capítulo.
Son esos primeros golpes los que empezaron a cincelar el pliegue amargo y sarcástico de sus labios. Desde muy temprano conoció las asechanzas del lobo racional. Por eso buscaba la comunicación con la Naturaleza, tan sana y fortalecedora. «Odio, sobre todo, y detesto este animal que se llama Hombre», escribía Swift a Poe.
Palabra del Dia
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