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Actualizado: 25 de junio de 2025


Tambien llaman la atencion: la capilla del hospital de San Francisco de Asis, la casa del duque de Almodobar, la del conde de Torre-Cabrera, y la torre octógona, morisca, de San Nicolas. El principio de la division del trabajo está, pues, aplicado allí á la beneficencia con mucho criterio. El exquisito aseo de aquel hospital hace mucho honor á los que lo habitan.

Me siento sin fuerzas. Además, estoy algo borracho. ¿No me lo conoces?... Por fin, una mañana se mostró resuelto: quería verla. Adivinábase cierta preparación en su aseo exterior, como si acudiese a una entrevista amorosa. Iba recién afeitado; ocultaba algo bajo las aletas del macferlán, que parecía menos viejo después de unos cuantos pases de cepillo.

Unas camareras de albos delantales cuidaban de la cocina y el aseo de este hogar flotante, compartiendo los peligros de los marineros rojos y tranquilos, exentos de las tentaciones que provoca el roce de la mujer. Los domingos, bajo el sol de los trópicos ó á la luz cenicienta de los cielos septentrionales, el contramaestre leía la Biblia.

Tampoco se ha cuidado de introducir el aseo en las personas y casas de estas gentes, ni el que se traten con honestidad, descuidando también el suministrarles aun lo preciso para su subsistencia, pues por atender al restablecimiento de las estancias fue preciso abandonar todo lo demás.

Era Sor Natividad vizcaína, y tan celosa por el aseo del convento que lo tenía siempre como tacita de plata, y en viendo ella una mota, un poco de polvo o cualquier suciedad, ya estaba desatinada y fuera de , poniendo el grito en el Cielo como si se tratara de una gran calamidad caída sobre el mundo, otro pecado original o cosa así.

Sus paseos interiores, su espléndida calle de Alcalá, su hermosa plaza de Oriente y las nuevas construcciones que dondequiera se levantan, manifiestan inclinación hácia el buen gusto, la comodidad, el aseo y el comfort; mientras que su vieja plaza Mayor, de vastas y oscuras arcadas, cerrada por grandes pórticos, sus antiguas calles tortuosas, sucias y repugnantes, como las que avecinan esa plaza, y algunas callejuelas tristísimas mantenidas en los barrios centrales, están probando que todavía resisten á la acción del progreso las raices de la España antigua, abandonada, rezandera, tolerante de la mugre, amiga del silencio y de la oscuridad.

¡Ca!... Si parrrece la viuda de un cesante... Está seca, desgavilada; ella, que tenía un cuerpo tan airrroso, tan elegante... En fin, hijo, un día la vi en casa de mi sobrina Villasis, y me parrreció hasta sucia... Como si parrra serr santa se necesitarrra serr puerrca, cuando el aseo es una virrtud que se ejerrcita con agua fresca y un estropajo... De la casa no te digo nada, porrque no la he visto: tres veces estuve allí porr currriosidad, y no me rrrecibió ninguna.

Las iglesias afectan, en las frágiles escayolas que las decoran interiormente, el estilo adamado con pretensiones de elegante de la basílica de Lourdes. Hay, pues, en ellas una impresión de aseo y arreglo que encanta la vista, y una deplorable manera arquitectónica.

En el centro está la Valladolid de las tradiciones, de la inmobilidad, del egoismo, del aislamiento, la Valladolid gótica, sombría, de un carácter severo, triste, feudal y frailesco. En los arrabales ha ido surgiendo la Valladolid moderna, con tendencias visibles á la comodidad, la elegancia, el movimiento, la luz, la actividad económica, el aseo y el buen gusto.

Su apreciable familia observaba con grata sorpresa, no sólo que el carácter del chico se dulcificaba a ojos vistas, sino también que crecían y se propagaban en él de un modo inusitado la inclinación al aseo y los hábitos de compostura. Esta loable inclinación manifestábase en todas las prendas de vestir que adornaban su persona, pero muy particularmente en el calzado.

Palabra del Dia

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