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Actualizado: 1 de junio de 2025


Un pozo de agua potable, corral para ganado, cerca para acotar una huerta y otra más extensa para el terreno destinado á pastos del ganado. Las fuerzas de guarnición en este punto, son en tiempo normal: Un Comandante Jefe de la demarcación. Un Capitán, seis subalternos y 321 individuos de tropa de infantería. Un Teniente, un cabo y 17 artilleros.

Su guarnición actual es de un Capitán, tres subalternos y 200 hombres de infantería y 10 artilleros para el servicio de dos piezas. Tanto este punto como Malabang son los que están más expuestos á los ataques de los moros, por cuyo motivo deben ser renovadas sus actuales defensas por otras más estables y sólidas que pongan á la guarnición á cubierto de cualquier golpe de mano.

Los tres artilleros estaban junto al cañón, tranquilos y flemáticos, llevándose una mano á los ojos para ver mejor el punto casi invisible que les señalaba su capitán... Ninguno de ellos reparó en la inclinación que empezaba á tomar la cubierta lentamente.

Cada bando procuraba poseer cañones más gruesos que los del adversario, y estos cañones tiraban y tiraban, con un estruendo ensordecedor. Recuerdo el asombro y la indignación de un oficial alemán que venía con nosotros, al ver cómo funcionaba la artillería. General clamó el prusiano , los artilleros no saben apuntar. Tiran al aire. Sólo desean hacer ruido.

Un minuto después los dos niños estaban instalados en las rodillas de Juan y lo abrumaban a preguntas. ¿Sois oficial? , soy oficial. ¿De qué? De artillería. ¿Los artilleros, son los que manejan el cañón? ¡Oh, cómo me gustaría oír tirar un cañonazo y estar muy cerca de allí! ¿Nos llevaréis un día cuando tiren cañonazos, no es verdad?

El olor de droguería de la pólvora sin humo, el estrépito seco de las detonaciones, parecían embriagarle. Saltaba y manoteaba con el ardor de una danza guerrera. Los artilleros de popa redoblaron su actividad: los disparos eran continuos. ¡Ya está! gritó Caragòl . Lo han tocado... ¡lo han tocado! En todo el buque era él quien menos podía apreciar los efectos del tiro.

A las nueve poco mas ó menos se presentó Cerezo, recorrió las filas de sus soldados ocultos, y despues dirigiéndose á la guardia les dijo: «Artilleros, con vosotros nada va; ú obrad como nosotros, ó si vuestro pundonor no os lo consiente, estáos quedos.

El tal coronel, llamado D. Jaime, había salido del cuerpo por un asunto de honor en que el suyo no había quedado bien parado; tuvo algunas palabras con otro oficial de ingenieros, nombráronse los padrinos, y cuando llegó la ocasión de formalizarse el desafío, nuestro D. Jaime se achicó y dio toda clase de satisfacciones; los artilleros se ofendieron mucho con esta conducta, dejaron de saludarle, y el coronel al cabo se vio obligado a pedir la absoluta.

Pero y ¿para qué habrán de estudiar el calzado? preguntó una señora mayor; ¡no será para los artilleros peninsulares! Los indios pueden seguir descalzos, como en sus pueblos. Justamente ¡y la caja economizaría más! añadió otra señora viuda que no estaba contenta de su pension. Pero, observen ustedes, repuso otro de los presentes, amigo de los oficiales de la comision.

Todo se hallaba, pues, en el mismo estado que antes de la batalla, con la diferencia de que los cañones enemigos iban a entrar en juego y a coger a los defensores por la espalda. Se veían claramente las dos piezas, los grapones, las palancas, los escobillones, los artilleros y el oficial: un individuo delgado, ancho de espaldas, de largos bigotes rubios.

Palabra del Dia

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