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Actualizado: 2 de noviembre de 2025


Otras veces, el cocinero, bajo el cielo plomizo de los mares septentrionales, les hacía evocar el recuerdo de la lejana patria dándoles el monástico arroz con acelgas ó el mantecoso arroz con nabos y judías.

Puso en estas empresas revolucionarias el mismo ardor aventurero de los antiguos Febrer, su audacia tranquila, hasta que repentinamente murió en Barcelona, lejos de los suyos. El abuelo acogió la noticia con impasible gravedad, pero ya no le vieron a mediodía en las calles de Palma las vecinas que aguardaban su paso para poner el arroz al fuego.

Jacinta y su marido fueron al comedor, donde le encontraron hecho un adefesio, cara, manos y vestido llenos de aquella pringue. «Bien, bien por los hombres bravos gritó Juan en presencia de la fiera . Mano al arroz con leche. Me hace gracia este muchacho».

Sólo una vez en treinta años había modificado su camino por las calles solitarias y blancas de sol, en las que resonaban sus pasos. Una mañana había oído la voz de una mujer en el interior de una casa: Atlota... las doce. Pon el arroz, que pasa don Horacio.

Jacinta oyó y vio esto con melancolía. «¡Si supiera usted lo que hizo esta mañanadijo; y contó el lance del arroz con leche. ¡Ay, Dios mío, qué gracioso!... Es para comérselo... Yo, te digo la verdad, le traería a casa si no fuera porque a Baldomero y a Juan no les gustan estos tapujos... ¡Ay!, de veras te lo digo.

ARROZ CON MENUDILLOS. En aceite o manteca se fríe cebolla y los menudillos; se echa después el arroz y el caldo necesarios; puede agregarse unas tiritas de pimiento de lata.

Pero el año que viene no venía y en su lugar había otro aumento de cánon; Cabesang Tales se ponía serio y se rascaba la cabeza. El puchero de barro cedía su arroz al caldero. Cuando el cánon ascendió á doscientos pesos, Cabesang Tales no se contentó con rascarse la cabeza ni suspirar: protestó y murmuró.

También, y tanto como los más bravos, pelearon, y volverán a pelear, los pobres anamitas, los que viven de pescado y arroz y se visten de seda, allá lejos, en Asia, por la orilla del mar, debajo de China.

Mi tía; especialmente, achacaba el suceso, en tono de resentimiento, á que no me gustaban los guisos que ella misma había hecho. Luego vi que era imposible persuadir á aquellas benditas almas de que puede un hombre hartarse una vez de sopa de fideos, de gallo en pepitoria y de arroz con leche.

POLLO CON ARROZ. Se ata y albarda un pollo, se pone en una cacerola, se cubre con caldo sin desengrasar, se añade un poco de perejil y se deja cocer una hora. Se pasa el caldo, se desengrasa y cuando está hirviendo se echa el arroz bien lavado, dejándolo cocer a fuego lento durante media hora. Debe permanecer consistente; por último se le echa un poco de manteca, y se sirve.

Palabra del Dia

vengado

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