Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 22 de julio de 2025


Llegó el tren, tomamos asiento en un coche de primera, y Sarto, cómodamente arrellanado, reanudó su lección. Consulté mi reloj, mejor dicho el reloj del Rey, y vi que eran las ocho en punto. ¿Habrán ido a buscarnos? ¡pregunté. ¡Con tal que no descubran al Rey! dijo Tarlein inquieto, mientras que el impasible Sarto se encogía de hombros.

Empleó los domingos en que le daban suelta yendo al tiro del palomo en el cauce del río, o paseando gratis arrellanado como un príncipe en las estriberas de las tartanas, con la epidermis a prueba de traidores latigazos; fue ascendiendo lentamente cíe burro de carga a aprendiz viejo; por fin, a dependiente; y al cumplir dieciocho años viose tan transformado, que, violentando sus instintos económicos, fortalecidos por las saludables enseñanzas del principal, se gastó cuatro pesetas en dos retratos que envió a los de «allá arriba», a sus antiguos colegas de pastoreo, para que viesen que estaba hecho todo un señor.

Contemple usted y admire, Isidro. Ahí tiene a uno de los grandes sacerdores del culto amarillo, que se prepara a oficiar. Señalaba con los ojos al banquero, majestuosamente arrellanado en su sillón, con una rica piel junto a los pies a pesar del calor.

Sarto, que andaba agitado y nervioso, se sorprendió mucho al verme aquella mañana, arrellanado en cómodo sillón de brazos, escuchando la canción amorosa que con muy buena voz entonaba uno de los caballeros de mi séquito.

Pero él entró en el coro menos tranquilo que solía. Arrellanado en su sitial del coro alto, manoseando los relieves lúbricos de los brazos de su silla, De Pas, mientras los colegiales ponían el grito en el cielo, comentaba, como si rumiara, las revelaciones de la Regenta.

Elena apenas podía creerlo; tan persuadida estaba de que su cuñada tendría un aborto. Inmediatamente se apoderó del infante, y después de arreglado convenientemente se lo llevó a su padre que arrellanado en una butaca del despacho estaba comiendo melancólicamente unas rajas de jamón en dulce. La emoción le había producido hambre.

El poeta, arrellanado en una butaca, con el brasero delante, dirigía la escena en la forma dictatorial que pudiera hacerlo García Gutiérrez o Ayala: una mirada suya bastaba para ruborizar o poner pálida a Clotilde: los demás no protestaban por respeto a ella.

Acababa el duque de Lerma de apurar un almuerzo suculento, y se ocupaba de hacer la digestión cómodamente arrellanado en su ancha y magnífica poltrona, cuando entró su secretario Santos. ¿Qué ocurre, amigo Pelerín le dijo el duque , que vienes tan serio y cuando acabo de almorzar? ¿Tendremos algo extraordinario?

Pepita mostraba impaciencia; aguardaba a alguien. Al fin llegó y entró sin anunciarse la persona que aguardaba, que era el padre vicario. Después de los saludos de costumbre, y arrellanado el padre vicario en una butaca al lado de Pepita, se entabló la conversación.

Palabra del Dia

buque

Otros Mirando