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Actualizado: 11 de mayo de 2025
El asunto está arreglado; pero no fué sin trabajo; he tenido que emplear los medios más enérgicos para vencerla; podéis quedaros en Orsdael y no tenéis nada que temer. ¡Me ha perdonado! exclamó el aya. Una mujer como la condesa no perdona jamás. Pero, con todo, ¿puedo quedarme?
Pasaba revista a los cuadros, se detenía ante el tocador, abría los frascos, palpaba las cortinas y hasta entraba en la alcoba para ver la cama, dejando escapar exclamaciones de asombro por lo bien arreglado que estaba todo y especialmente por el lustre particular de los muebles. ¡Qué cuarto tan lindo tienes, chica!... Parece una taza de plata... ¡Qué camita tan blanda y tan mona!
La forma de aquel reloj recordaba las aficiones poéticas del jurisperito. Parado, siempre mudo, siempre señalando la misma hora, me parecía aterrador como la eternidad. Entre un estante y la pared estaba otro reloj de pesas, en larga y estrecha caja de ébano, siempre andando, siempre arreglado.
Pero, D. Mario decía la diplomática señora mientras los ricitos postizos de su cabeza se agitaban con elocuencia, ¿cómo quiere usted que la comida esté sazonada o no se la sirvan fría, cómo quiere usted que le tenga el cuarto arreglado a tiempo ni las cosas a punto, si desde hace una temporada no tiene hora fija para nada; tan pronto se le ocurre almorzar a las once como a las dos, unas veces se levanta a las siete de la mañana, otras duerme hasta las tres de la tarde?
Mi marido me entrega ciento veinte pesos mensuales y los frutos naturales que proceden de nuestras dos fincas, para sostener la casa y pagar el colegio de Alfonso, lo cual es más que suficiente. Cada día admiro más las prodigalidades de la divina Providencia para con nosotros. Mi cuartito está muy bien arreglado, y cuantos nos visitan dicen que es muy bello.
Apenas estuvo vestido y arreglado, comenzó el examen del expediente y recogió todas las notas que creyó precisas, en cuyo trabajo empleó toda la mañana; después, acabado el almuerzo y a pesar de las instancias de su amigo Voinchet, tomó el rápido y descendió en Langres; allí buscó un coche de alquiler.
Porque ya ves tú, no es cosa de estar haciendo el oso eternamente.... Me escuchó con paciencia.... Te advierto que yo estaba enteramente arrebatado y apenas sabía lo que iba diciendo. Cuando concluí me dijo que no tenía motivos para estar enfadado y se escapó a la sala. Después de esto ¿quién no había de entender que estaba el asunto arreglado?
Decía su prima que no pensara la señora en hacer más compras, y que cuando notase la falta de alguna cosa necesaria, le avisase a ella, que sabía como nadie tratar el género, y sacarlo bueno y arreglado.
Arreglado y puesto en práctica el método propuesto, serían en mi concepto infalibles las favorables resultas, así para la factoría como para los indios, pues tenían seguros los jornales, y dónde proveerse en todas sus necesidades, los que no tuviesen labranzas propias, y los que las tuviesen la seguridad de vender todos sus frutos a un precio fijo y determinado; y la factoría la seguridad de unos crecidos aumentos en todos los ramos que beneficiase, no quedándome duda que en un pueblo de medianos fondos y proporciones no bajarían de 8 a 10.000 pesos las utilidades anuales, aun considerados a los principios y con solas las faenas presentes, lo que evidenciaré a usted con el siguiente tanteo.
Habló luego de su barco, el San Juan Nepomuceno, al que mostró igual cariño que a su joven esposa, pues según dijo, él lo había compuesto y arreglado a su gusto, por privilegio especial, haciendo de él uno de los primeros barcos de la armada española.
Palabra del Dia
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