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Actualizado: 18 de mayo de 2025


Yo, señor de Tragomer, si uno de mis hermanos hubiera sido víctima de una maquinación semejante, no hubiera tenido ni un instante de descanso hasta hacer proclamar su inocencia; hubiera gastado para ello mis fuerzas, mi inteligencia y mi fortuna, pero no hubiera dejado al inocente en presidio aunque tuviera que arrancarle de él á la fuerza con una cuadrilla de filibusteros...

Watson, forcejeando con el herido acababa de arrancarle su rifle é iba á incorporarse; pero vió que el bandolero andino le apuntaba por tenerlo más cerca, y su instinto le hizo encogerse, al mismo tiempo que sonaba la detonación. Gracias á este movimiento, el proyectil no le atravesó el pecho, cortándole únicamente el hombro izquierdo, con una herida superficial.

El mismo, en una explicación que con ella tuvo, la había amedrentado para arrancarle la firma. Además le veía cada día más delgado y más sombrío. Pero aunque se preocupaba un instante de estas cosas, el tren complicado de su vida de mujer elegante, ayudado por el deseo de no pensar en asuntos enfadosos, se las apartaban pronto de la memoria.

Un hombre lleno de experiencia es un árbol muerto, metafóricamente hablando, contra el cual zumba desapiadadamente el huracán de las pasiones, valiéndonos de otra metáfora. Y sin embargo de que, y continuamos en el estilo metafórico, ya no tiene ni frutos ni hojas que el huracán pueda arrancarle, le arranca las extremidades de las ramas secas. Después viene el rayo y le hace trizas.

Desde aquel día el Magistral influyó cuanto pudo en aquel espíritu que dominaba por entonces, para arrancarle de la contemplación y atraerle a la vida activa. «Si se remontaba demasiado, le olvidaría a él, que al fin era un ser finito.

Admiramos mucho al gentleman que gasta en un cubierto para él solo quinientos francos en el café de París: ¡los chinos hacen las cosas de otro modo! Anunciaron al comandante las salsas espolvoreadas con perlas finas, los nidos de golondrinas con lenguas de faisán, y la célebre tortilla de huevos de pavo real que se hace en la misma mesa matando a cada hembra para arrancarle su huevo.

Doña Inés, por su perfecta imparcialidad en el reparto de la limosna y el consuelo, antes buscaba al dolor mismo que a su víctima; iba hacia el infortunio como corre el agua dulce de los ríos hacia el mar, sin arrancarle nunca su amargura salobre, pero sin cansarse jamás; mientras sus hijos aunque animados, en el fondo del mismo espíritu de caridad, perdían el tiempo en el estéril empeño de descifrar lo incognoscible.

El Rey, ya empleando la astucia y palabras lisonjeras, ya tremendas amenazas, intentó arrancarle el descubrimiento de los demás culpables, con el objeto de complicar en este asunto al P. Jorge Olivar, encargado de la redención de esclavos por la corona de Aragón. Cervantes se mantuvo inflexible, y sólo sostuvo que él era el único culpable.

¡Qué contraste el formado por la vida y la muerte que allí se mostraban con toda la brutal realidad de los hechos: ¡Qué lástima de mujer, tan hermosa y tan buena! ¿Qué falta hacía a nadie arrancarle la existencia como se descuaja una planta? ¿Ni qué falta hacían en el mundo aquellos angelitos?

No hay una sola persona en el baile que no sepa que tu mujer está durmiendo a estas horas con el duque de Tornos. El joven quedó como si le hubieran dado con un mazo en la frente. Se puso densamente pálido. Trató de agarrar a la infame máscara para arrancarle la careta; mas no le fué posible. Doña Brígida se había escabullido como una anguila por entre la gente.

Palabra del Dia

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