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Actualizado: 4 de julio de 2025
Lejano de mi patria, Errante, desterrado, Su luz me ha acompañado Do quiera que yo fuí, Como un reflejo ténue Del Argentino suelo, Que plácido consuelo, Derrama desde allí. Tu ser identifica Con esa blanca estrella, Porque de tu alma bella Parece el resplandor; Y así, la luz suave Que irradia tu semblante, Cual lámpara brillante Presidirá al amor.
Los clásicos los habrían comparado con los triunviros Lépido, Marco Antonio y Octavio, que se reparten el imperio, y la comparación sería exacta hasta en la vileza y crueldad del Octavio argentino. Los tres caudillos hacen prueba y ostentación de su importancia personal. ¿Sabéis cómo?
Imagínese usted, mi caro amigo, si codiciando para mí este tesoro prestaré grande atención a los defectos e inexactitudes de la vida de Juan Facundo Quiroga ni de nada de cuanto he abandonado a la publicidad. Hay una justicia ejemplar que hacer y una gloria que adquirir como escritor argentino; fustigar al mundo y humillar la soberbia de los grandes de la tierra, llámense sabios o gobiernos.
¿Y por qué no ha hablado usted, que es hijo de francés? dijo el otro. Yo soy ciudadano argentino contestó Julio. Y se alejó del joyero, mientras éste, pensando que «podía haber hablado», daba explicaciones á los que le rodeaban. Era muy peligroso mezclarse en asuntos diplomáticos.
De aquí resulta que el pueblo argentino es poeta por carácter, por naturaleza. ¿Ni cómo ha de dejar de serlo, cuando en medio de una tarde serena y apacible una nube torva y negra se levanta sin saber de dónde, se extiende sobre el cielo mientras se cruzan dos palabras, y de repente el estampido del trueno anuncia la tormenta que deja frío al viajero, y reteniendo el aliento por temor de atraerse un rayo de dos mil que caen en torno suyo?
Si los resultados no han correspondido a sus expectaciones, suya no fué la culpa, ni los que les afean aquella alianza pueden tampoco vanagloriarse de haber acertado mejor; pues si los franceses pactaron al fin con el tirano, no por eso intentaron nada contra la independencia argentina, y si por un momento ocuparon la isla de Martín García, llamaron luego un jefe argentino que se hiciese cargo de ella.
Tomó el argentino el papel que le ofrecía Canterac, y luego de leerlo miró al ingeniero con extrañeza, como si dudase de su razón. Comprendo su asombro... Resultará caro, lo sé; pero no importa. Gaste sin miedo. Acabo de cobrar unos cuantos miles de pesos que pensaba remitir á París. Prefiero asombrar á la marquesa con mi parque. Ya ganaré otra plata más adelante: tengo confianza en el porvenir.
Habiendo aquel que al mundo dió de mano En trueco del eterno y gran reposo, Dejándole primero todo llano Y en paz, al heredero muy dichoso, Juzgado por consejo bueno y sano, De dar hombre valiente y belicoso, Al Argentino envia Adelantado, Que Cabeza de Vaca fué nombrado.
Rafaela tenía claro presentimiento de que si Pedro Lobo no había muerto en la pelea, no habría querido ni podido permanecer en territorio argentino y también se habría expatriado. Estaba además segura de su poderoso atractivo y de que él no se iría a Europa sin pasar por Río y sin venir a verla.
Dejemoslos hacer, que yo bien fio, Que presto pagarán cierto el escote, Que es gente aparejada á desvario, Y andan, como vemos, muy de trote: Y tratemos ahora del gran brio Del capitan Francisco, crudo azote, Que viniendo siguiendo su camino, Del estrecho ha tomado el Argentino.
Palabra del Dia
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