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Actualizado: 25 de julio de 2025


Dondequiera que un obstáculo contenga la rapidez, el arroyo cesa de empujar los granos de arena del fondo y abandona las partículas sólidas que llevaba en suspensión.

Es el Dios de libertad, señor Simoun, que nos obliga á amarla haciendo que nos sea pesado el yugo; un Dios de misericordia, de equidad, que al par que nos castiga nos mejora, y solo concede el bienestar al que se lo ha merecido por sus esfuerzos: la escuela del sufrimiento templa, la arena del combate vigoriza las almas.

Lo primero que hizo Dunstan, después de una sucesión de pensamientos acelerados por el aguijón de la codicia, fue dirigirse al lecho, pero a la vez que caminaba sus miradas recorrieron ávidamente el suelo, cuyos ladrillos, iluminados por el fuego, se veían a través de la arena esparcida encima de ellos. Sin embargo, no eran visibles en todas partes.

El más joven que llegó primero, salió transformado; su color, negro como el de sus hermanos antes de sumergirse en la fuente, había tomado el color de un blanco rosado, y sobre sus espaldas brillaban rubios cabellos. El agua desaparecía por momentos, y el segundo hermano no pudo bañarse por entero; no obstante, se revolcó sobre la arena húmeda, y su piel se tiñó de un color dorado.

Al volver sus ojos hacia el suelo, vió erguido en la arena, sobre las puntas de sus botas para hacerse más visible y moviendo los brazos, á un pigmeo, mejor dicho, á un soldado, con casco de aletas y espada al cinto, el cual daba gritos para llamar su atención.

Otros empleados de la plaza corrían de un lado a otro con grandes espuertas de arena, arrojándola a montones sobre los charcos de sangre y los cadáveres de los caballos. El público estaba de pie, gesticulando y vociferando. Sentíase entusiasmado por la fiereza de la bestia y protestaba de que en el redondel no quedase ni un picador, gritando a coro: «¡Caballos! ¡caballos

El caimán es ovíparo; la hembra pone una inmensa cantidad de huevos, grandes y duros como piedra, que entierra entre la arena. Llegada la época conveniente, la sensible madre se coloca con la enorme boca abierta al lado del sitio que empieza a escarbar; los pequeñuelos, que ya han abandonado la cáscara, saltan a medida que se despeja la arena que los cubría.

Y los sombreros volaban a la arena, y un redoble gigantesco de aplausos, semejante a una lluvia de granizo, corría de tendido en tendido conforme avanzaba el matador por el redondel, siguiendo el contorno de la barrera, hasta llegar frente a la presidencia. La ovación estalló estruendosa cuando Gallardo, abriendo los brazos, saludó al presidente.

La embarcación, al principio, parecía como desconcertada, como asombrada; avanzaba un poco, retrocedía, daba la impresión de una persona indecisa que quiere dar un salto y no se atreve. Al último cogió tan bien el viento, que se alejó, dejándonos estupefactos. Ya sabe ella dónde va dijo Allen, convencido. Al subir un montículo de arena volvimos la mirada hacia atrás.

«¡Nunca!», escribió María en la arena; y las olas se divertían en borrar las palabras que escribía María, como para parodiar el poder de los días, olas del tiempo, que van borrando en el corazón, cual ellas en la arena, lo que se asegura tener grabado en él para siempre. ¿Por qué no me respondes con tu dulce voz? dijo Stein a María.

Palabra del Dia

godella

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