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Actualizado: 2 de mayo de 2025


En esto no había peligro alguno. La poca ciencia aleja de Dios: la mucha acerca. Dedicose con ardor, con frenesí se puede decir, al estudio. Montesinos, con quien empezó a intimar, puso a su disposición la biblioteca.

En efecto, compró mucho hierro; pero el principal móvil de mi viaje fue saber de la propia boca, de ese señor novio tuyo... démosle este nombre... saber de su propia boca si era verdad que se había hecho carlista. ¡Qué asquerosa calumnia! exclamó Sola con ardor, confundiendo con una frase a los inventores de tan maligno despropósito.

Uno de esos accesos lo poseía en aquel momento, y el ardor de su pasión hubiera bastado para que confiara Relámpago a Dunstan antes que defraudar aquel deseo, si otra razón más no hubiera para que tomara parte en la cacería del día siguiente.

Tuvo instantes en que, olvidándose del plan trazado, las ideas acudieron en tropel a su imaginación y las palabras se agolparon a sus labios en frases exentas de unción sagrada, faltas de poesía y desnudas de belleza. Tenía prisa por llegar a mostrar su ardor en defensa de la fe.

En un ademán de protección y amor, él la rodeó con sus brazos y la estrechó con ardor silencioso. Aquel abrazo grave y fuerte llenó de dulce emoción a María Teresa; se sentía segura como en un estuche, entre aquellas manos cariñosas y potentes.

Sospechaba quizás que en su ausencia los tunantes hablaban de otro asunto, y se alejó con ánimo de volver y aproximarse cautelosa. «Y aquel hombre... ¿quién erapreguntó el Delfín que sentía el ardor de una curiosidad febril. ii

Tal vez ella le hablaba de su salud, dejando por un momento de halagarlo en sus ilusiones, descubriéndole el peligro en que estaba su existencia; y el otro, con el ardor suicida de la pasión, imploraba lo mismo que un niño que ha puesto toda su felicidad en la conquista de un juguete: «¡Una vez; una vez nada masEstaba convencido de que así era en la realidad.

Jacobo no demostraba el ardor y la fuerza de la juventud sino para remar y montar á caballo con los hijos de Harvey, y aun éstos tenían que rogárselo vivamente así ellos como la señora de Freneuse, inquieta por las tendencias místicas de su hijo y deseosa de verle volver á los gustos de la vida normal. Con este mismo fin la madre de Jacobo favorecía la intimidad de su hijo con miss Maud.

En la mujer, Lucía, como que es la hermosura mayor que se conoce, creemos los poetas hallar como un perfume natural todas las excelencias del espíritu; por eso los poetas se apegan con tal ardor a las mujeres a quienes aman, sobre todo a la primera a quien quieren de veras, que no es casi nunca la primera a quien han creído querer, por eso cuando creen que algún acto pueril o inconsiderado las desfigura, o imaginan ellos alguna frivolidad o impureza, se ponen fuera de , y sienten unos dolores mortales, y tratan a su amante con la indignación con que se trata a los ladrones y a los traidores, porque como en su mente las hicieran depositarias de todas las grandezas y claridades que apetecen, cuando creen ver que no las tienen, les parece que han estado usurpándoles y engañándoles con maldad refinada, y creen que se derrumban como un monte roto, por la tierra, y mueren aunque sigan viviendo, abrazados a las hojas caídas de su rosa blanca.

Y se retiró llevando impreso a fuego en su imaginación el cuadro de este interior honrado y venturoso, que es la idea perdurable de los hastiados vividores de su edad, hogar que él mismo había soñado con tan sincero ardor.

Palabra del Dia

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