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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Y con esto la fiel doncella condujo a un aposento del piso alto a Miguel de Cervantes, y allí dejole más muerto que vivo, con el alma turbada, y de tal manera, que a veces le parecía un sueño la realidad que tan dura y cruel se le mostraba. De como enloquecido Cervantes por el amor, creyó que la mano de Dios le apartaba de los efectos de su locura.
-Calla, amigo Sancho -respondió don Quijote-, que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza; cuanto más, que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Frestón que me robó el aposento y los libros ha vuelto estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas, al cabo al cabo, han de poder poco sus malas artes contra la bondad de mi espada.
De repente se oye ruido en el aposento inmediato; el anciano quiere averiguar lo que es, y la angustia de Laura es mortal sabiendo que Don Félix está allí escondido: para evitar las consecuencias, declara á su padre que le ha dado en secreto palabra de casamiento. Aunque es grande la sorpresa de Don Iñigo al oirlo, no se encoleriza al cabo, puesto que no podrá desear otro yerno más simpático.
Este era un aposento del piso principal de aquella casa, que tenía comunicación con el café por medio de una escalerilla de hierro. Por ella subieron al cabo tío y sobrino. Ya estaban reunidos los notables del pueblo, sentados en un diván corrido, con sendas mesillas japonesas delante, donde cada cual tomaba su café.
Sabían el crimen y los asesinos, don Francisco de Quevedo, el bufón y Dios, que lo sabe todo. Doña Clara Soldevilla era feliz. Feliz de una manera suprema. Estaba consagrada enteramente al recuerdo de su felicidad. Apenas si había hecho, desde que había salido aquella mañana de su aposento su marido, más que pensar en él, sentada en un sillón junto al brasero.
Sonó un hierro en la cerradura, que resistió un momento; luego se sintió correrse el fiador. La puerta se abrió. Cerróla de nuevo el sargento mayor, y entró en el aposento donde se encontraba Dorotea. La joven permanecía aún inmóvil en el lugar donde la había dejado el tío Manolillo, y continuaba llorando.
El mismo salió al encuentro á los dos caminantes, los hizo descansar en un aposento muy cómodo; y poco despues vino él en persona á convidarlos á un banquete aseado y bien servido, durante el qual habló con mucho tino de las últimas revoluciones de Babilonia.
Y volví en silencio al aposento en que estaba mi lecho junto al de mis hermanos, y me recogí silenciosamente. Todos dormían. Ninguno me había sentido entrar, como ninguno había sentido salir á Margarita. Sufrí... ¡oh!
El duque se fué, y la doncella se subió á su aposento con el corazón latiéndole con impaciencia por el regalo que la había dado su extraño amante. Cuando tuvo luz; cuando estuvo sola, miró estremecida la cadena y ahogó un grito de asombro.
Esto es; en un pequeño aposento, cuya puerta demasiado fuerte, tiene una rejilla espesa, y al que da luz una ventana con reja que corresponde a un jardín abandonado. En este aposento he visto algunos muebles modestos, y una cama de forma extraña, inclinada, y a lo largo de cuyas maderas hay algunas correas.
Palabra del Dia
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