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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Quizas no será difícil descubrirlo en la misma apología; quizas no sea difícil notar la vanidad insufrible, el carácter áspero, la petulancia, la maledicencia, que le habrán atraido el odio de los unos, el desvío de los otros, y que habrán acabado por dejarle en el aislamiento de que injustamente se lamenta. El arruinado.
No obstante esto, es preciso confesar, que su Apología por la Religion es ciertamente obra util y de juicio, aunque resplandecen mucho en ella las fuerzas de la imaginacion vehemente; pero acabó de mostrarlas en el libro de Pallio, donde emplea la eficacia mayor, y toda la vehemencia que es decible en persuadir cosas inútiles, y de ningun momento.
Pero el cuentecillo tiene su buena dosis de sal y pimienta. Lo sentiría mucho dijo la condesa . Es un recuerdo que he tenido al oír hacer la apología de las obras de Dumas. ¡Tantas exclamaciones vacías y ni siquiera una palabra de elogio para esa historia de la Magdalena y de Lázaro, de la que no puedo leer un renglón sin derramar lágrimas!
Discurso teológico y político sobre la apología de las comedias que ha sacado á luz el venerable P. Fr. Manuel Guerra, por D. Antonio Puente Hurtado de Mendoza: Madrid, 1683.
CALDERÓN. Carácter general de sus obras dramáticas La ampulosa apología de Calderón , escrita por Vera Tassis, es casi la única fuente para conocer la biografía de este hombre extraordinario.
Y al fin, fin, de espada y capa Dará a las salas comedias, Y al teatro para el vulgo De divinas apariencias. Por ser muy raro el tomo II de las Comedias de poetas valencianos, y porque además suele faltar en algunos ejemplares la apología de la comedia española, que le precede en otros, la copio á continuación: "APOLOG
Lázaro oyó esta apología de su infeliz amiga con toda la atención de que era capaz. Pero no se agitó más de lo que estaba, porque era imposible. ¿Qué tienes, Paula? dijo Paz á la devota, que estaba muy pálida y con muestras muy claras de no encontrarse bien. En efecto: todos la miraron, y notaron en ella las señales de un malestar creciente. Tenía los ojos encendidos y el aliento penoso.
Quitando primero la despabiladera que señalaba la página, tomó de encima de la mesa un cuaderno manuscrito. Luego sentose junto al velón, calose las gafas y comenzó la lectura de su apología peripatética. Ramiro no pudo disimular su aturdimiento. Su semblante denotaba a las claras el vértigo. No os importe le dijo el canónigo al terminar si de esta primera vez no cogisteis el sentido.
Con esto se confirmaron en su rebelion; porque no hay cosa que más la asegure un hecho semejante, cuando la atrocidad quita la esperanza del perdon. Este hecho no le parece al Griego Pachimerio que lo refiere digno de vituperio, antes lo aprueba y alaba; con que claramente se debe tener por apología más que por historia la suya.
Toda esta parte del discurso la tenía preparada, párrafo por párrafo; una apología del catolicismo, de la fe religiosa unida íntimamente a la historia de España, con arranques líricos y estremecimientos de entusiasmo, como si predicase una nueva cruzada.
Palabra del Dia
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