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Actualizado: 15 de junio de 2025


No nos sorprende, pues, que la gran masa de agua denominada mar, desconocida y tenebrosa en su profundo espesor, se haya aparecido siempre formidable á la humana imaginación. Los orientales sólo ven en ella la amarga sima, la noche del abismo. En todos los idiomas antiguos, desde la India hasta la Irlanda, el nombre de mar es sinónimo de «desierto, noche».

El estrepitoso aplauso que siguió a este descubrimiento debieron dejar satisfecho a De-Hinchú, aun cuando era reducido su auditorio; por lo menos, fue bastante ruidoso para despertar a la criatura, un bonito niño de cosa de un año de edad, que parecía una estatuita de Cupido. Fue arrebatado casi tan misteriosamente como había aparecido.

Aterrados de tantas dificultades los gentiles se volvieron atrás y lo mismo hubieran hecho no pocos de los cristianos, si la Madre de Dios, en cuya gloria redundaba el buen suceso de aquella empresa, no se hubiera aparecido á uno de los más desanimados, y reprendiéndole ásperamente de su poco ánimo y la falta de fidelidad á lo prometido á Dios.

Ultimamente, ha aparecido una importante obra del Abate Favre en la que hay muchas palabras Tagalas y Visayas impresas con sus caracteres própios, sirviéndose el autor de los alfabetos de San Agustin y Mentrida, segun parece. Respecto al Visaya, hemos podido reunir dos alfabetos.

De pronto un joven ha aparecido en un portal. ¿Necesitaré describir este joven? Es alto; va vestido de negro; lleva una cadenita de oro, en alongados eslabones, que refulge en la negrura, como otra idéntica que lleva el consejero Corral, pintado por Velázquez. Es posible que Orsi no conozca este cuadro de Velázquez, y, por lo tanto, no haya advertido dicho detalle.

Faltaban las de Ciudad. Don Mariano y el médico de la Sanidad quedaron consternados al oír este nombre que envolvía un guarismo tan respetable. Antes de que pudieran salir de su consternación ya habían aparecido por una de las bocacalles del muelle las seis señoritas acompañadas por su papá, su mamá, el ingeniero Suárez y dos hermanitos de menor edad.

Por eso escribo hoy acerca de La Puchera, no precisamente por ser obra montañesa, sino por ser el mejor libro de amena literatura que en estos últimos tiempos ha aparecido en España. Quién sea Pereda, y cuál el valor de sus escritos, no necesito yo declarárselo a un público que ya comienza, aunque algo tardíamente, a hacerle justicia y a conocerle y admirarle.

Después habían aparecido en el parque dos hombres, Mesía y Quintanar. Don Álvaro había estrechado la mano de la Regenta que no la había retirado tan pronto como debiera; «¡aunque no fuese más que por estar viéndolos él!». Don Víctor había desaparecido y el seductor de oficio y la dama se habían ocultado poco a poco entre los árboles, en un recodo de un sendero.

El pobre Arturo me inspiraba lástima, y más de una vez temí que enloqueciera. La escena del baile de máscaras le había impresionado profundamente... Había momentos en que, al acordarse de aquella Judit que había vuelto a encontrar sin verla, que se le había aparecido sin descubrirle sus facciones, se creía víctima de una alucinación.

El único que le acechaba los pasos, esperando impaciente el momento oportuno de acometerle, era aquel fantasma pálido y hediondo que se le había aparecido al arrojar algunas gotas de sangre por la boca.

Palabra del Dia

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