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Actualizado: 12 de noviembre de 2025
Al quedarse sola, la duquesa lloró también, pero no con aquel llanto apacible y puro de la niña, sino amarga, desconsoladamente, con lágrimas tardías en brotar y abrasadoras al deslizarse por el rostro.
Entretanto, ciertas personas más graves y de mayor autoridad, como desdeñándose de participar de aquellos entretenimientos, o comunicarse con tales gentes, buscaban separadamente su recreación, paseándose por cierta senda muy sombreada de árboles y apacible por todo extremo.
Orión fulguraba espléndido; Sirio brillaba apacible como una lágrima de oro; Aldebarán ardía purpúreo; la cerúlea Capella parpadeaba melancólica, y allá por el Sud, joya sin par de las regiones australes, resplandecía Canopo con irradiaciones azules, blancas y rojas.
Nadie sabía, ni se supo jamás á ciencia cierta, si la niña duende había descendido á una tumba prematura, ó si su naturaleza tumultuosa y exuberante se había calmado y suavizado, haciéndola capaz de experimentar la apacible felicidad propia de una mujer.
Les espero a él y a su hija de un momento a otro: vienen a pasar conmigo el 4 de octubre y a ver en qué para esta tentativa de dar luz a mi hijo.... Iba avanzando mansamente la noche y los cuatro personajes rodeábanse de una sombra apacible. La casa empezaba a humear, anunciando la grata cena de aldea.
Apacible tristeza endulzó el manantial de sus lágrimas y luego logró represarle. Pesares de condición harto menos noble, y mil preocupaciones de un orden tan rastrero como práctico, invadieron y ocuparon el corazón de Poldy, como cuadrilla de desalmados e impíos bandoleros que entran a saco, profanan y destrozan un augusto santuario. Dos meses hacía ya que había muerto la condesa viuda.
Todas estas perfecciones no han logrado, sin embargo, producir una fisonomía dulce y apacible. La expresión de aquel rostro admirable es dura y siniestra. Su frente está siempre ligeramente fruncida. Los ojos no despiden más que miradas altaneras, como si tuviese al mundo entero postrado á sus pies.
Las fiestas de Navidad llegaron, tan tristes como nunca hasta entonces nuestro apacible interior había visto otras. En torno del flamante árbol de Navidad, que esta vez yo había adornado e iluminado en lugar de Marta, permanecíamos inmóviles sin saber qué decirnos, tan oprimido teníamos el corazón.
Pues también tiene fama de modesto y apacible como una dama su señor el de Morel; y la verdad es que ni uno ni otro aguantan moscas. ¡Cáspita con el mozo! Abundante y bien servida era la mesa de los escuderos en la abadía de San Andrés desde que el príncipe Eduardo estableció su corte en aquel histórico edificio.
Tomaron un cuarto tercero en la calle de Serrano, muy lindo y alegre, trasladaron a él sus muebles, y después de instalados empezó a deslizarse su vida, triste sí por el recuerdo siempre presente de su madre, pero apacible y serena. Raimundo fijó su atención y cuidados en Aurelia.
Palabra del Dia
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