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Actualizado: 15 de junio de 2025
Temblaba el suelo á lo lejos con blancas palpitaciones, semejantes al aleteo de una banda de mariposas posada en los surcos. Sobre unos campos, el enjambre era denso; en otros, formaba pequeños grupos. Al aproximarse el vehículo, las blancas mariposas se animaban con nuevos colores.
Las mujeres defendían allí las últimas trincheras. Poco tiempo antes del día en que De Pas meditaba así, varias ciudadanas del barrio de obreros habían querido matar a pedradas a un forastero que se titulaba pastor protestante; pero estos excesos, estos paroxismos de la fe moribunda más entristecían que animaban al Magistral.
Dos grandes pasiones animaban su vida: la revolución y los toros; una revolución vaga y tremenda que había de venir, no dejando en Europa nada de lo existente; un republicanismo anarquista que no se tomaba la pena de explicar, y sólo era claro en sus negaciones exterminadoras.
Los amigos, de un modo inconsciente, contribuían á llevar el desconsuelo á su corazón. Paca no abandonaba la idea de legalizar la situación de los amantes: las atenciones extrañas que ahora observaba en Velázquez la animaban á persistir, juzgándolo ya maduro para el caso; los compadres de la reunión, solicitados por ella, le prestaban ayuda. Así que, comenzaba á tocarse más á menudo que antes el punto del matrimonio en la conversación. El efecto que esto causaba en el guapo era cruel. Quedaba repentinamente sombrío, paralizado, y no pocas veces se le habían subido los colores á la cara, lo mismo exactamente que le pasaba á Soledad en otro tiempo.
Mis camaradas eran todos hijos de campesinos de la vecindad o muy perezosos para ir a la escuela o demasiado pequeños para trabajar la tierra, y todos ellos me animaban con su ejemplo a vivir sin preocuparme lo más mínimo del porvenir.
Rocafort con su infantería, y Marulli hizo lo mismo, habiendo primero los Almugavares hecho su señal acostumbrada en los encuentros más arduos, que era dar con las puntas de las espadas y picas por el suelo, y decir: despierta hierro; y fué cosa notable lo que hicieron aquel dia, que antes de vencer, se daban unos á otros la enhorabuena, y se animaban con cierta confianza del buen suceso.
Los heridos soñolientos sacaban sus cabezas sobre los embozos, pugnando por moverse; las bocas negruzcas se animaban con una sonrisa pálida; las miradas ardorosas seguían con avidez el cuerpo de la danzarina, que iba trazando en los muros una procesión de siluetas. El marroquí se había incorporado, como un chacal que desea saltar y tiene las patas rotas.
Y miraba a Maltrana con súbito rencor, cual si le irritase verlo rodeado de los lujos de un gran trasatlántico, mientras ellos, hombres ricos, habían ido a América sufriendo hambre en buques de vela. Un señor malhumorado el tal Manzanares, de esquelética delgadez y el bigote gris caído sobre las mandíbulas salientes. Sus ojos turbios sólo se animaban con los fulgores de la rabia.
Palabra del Dia
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