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Actualizado: 12 de junio de 2025
¿Se marcha usted? me dijo . Ya, una persona discreta no puede soportar las bachillerías y antojos de este inconsiderado niño. Señora repuse D. Diego es un niño obediente y hará lo que su madre le mande. Beso a usted los pies. Quiso D. Diego salir conmigo; pero la condesa le detuvo, diciendo con enojo: Caballerito, tenemos que hablar. Yo anhelaba respirar fuera de aquella casa.
¿Y por qué no? nunca se duerme mejor que cuando nada se desea, cuando se ha obtenido todo lo que se anhelaba: ¿y tú Luis? estás pálido, pareces triste; si continúas así, creeré que te has sacrificado a mi felicidad. ¡Oh! no: yo creía que tú... que sufrías; pero veo con placer que me he engañado; te prometo dormir esta noche tan bien como tú.
Luego que Mutileder se hubo serenado, oyó a la dama con la debida atención, y le respondió con concierto. Ella le dijo que se llamaba Chemed, que era viuda y rica y natural de Tiro, que había sabido su dolor, que se interesaba por él, a causa de una súbita e irresistible simpatía, y que anhelaba dar consuelo y remedio a sus males.
Solo ya, recapacitó Morsamor sobre lo que había hecho y casi se arrepintió y se afligió de su viciosa ligereza. Indigno del héroe que él anhelaba ser, hallaba aquel tan ruin comienzo de altas caballerías: entrar con engañoso recato en casa ajena como ladrón astuto, y todo para alcanzar los venales y fáciles favores de una cortesana.
Mario sentía al mismo tiempo pesar y alegría de este olvido porque, si anhelaba acercarse a su ídolo, temía el instante de la presentación como un trance apuradísimo. Buenas noches, señores dijo una voz bronca, profunda. Hola, D. Dionisio, ¿cómo estamos? preguntó distraídamente D. Laureano, sin apartar la vista de la preciosa chula que había descubierto.
Despedime de Inés, que a hurtadillas me dijo: Cuidado con lo que te he encargado. Y luego tardó en despedirse de lord Gray más de diez minutos. Por mi parte anhelaba salir para no volver más a aquella casa, y saludando a la condesa, echeme fuera, juntándose conmigo en la escalera lord Gray, que salió un poco después.
Yo, en cambio, me le representaba galán, enamorado, olvidando a Dios por mí, consagrándome su vida, dándome su alma, siendo mi apoyo, mi sostén, mi dulce compañero. Yo anhelaba cometer un robo sacrílego. Soñaba con robársele a Dios y a su templo, como el ladrón, enemigo del cielo, que roba la joya más rica de la venerada Custodia.
«Ya veremos decía para sí si me rechaza donde y cuando esté ella segura de que no entrará don Paco a interrumpirnos.» A pesar de su momentánea rivalidad, don Andrés quería de corazón a don Paco, reconocía todo su mérito, apreciaba todos sus servicios y distaba mucho de querer hacerle el menor daño. Lejos de eso, lo que anhelaba era desengañarle en sazón y oponerse a su absurda boda.
Esto era lo único que anhelaba Judit; y, efectivamente, produjo honda impresión esta noticia al día siguiente en el saloncillo del baile. ¿Pero es de veras? Te lo aseguro. Parece imposible... ¡Esa remilgada! ¡Qué suerte tiene!... ¡Una figuranta, una corista! En tanto que yo... ¡una primera parte! ¡Es irritante! Pero es natural decían otras; hay que confesar que es muy guapa...
Le parecía ver una insinuación clarísima en las palabras y en la risa de ambas jóvenes, y sin embargo apenas osaba dar á la tristeza y á los suspiros de Constanza la interpretación que su amor anhelaba. El día de San Andrés, último de Noviembre, fué el designado para la marcha.
Palabra del Dia
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