Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 17 de julio de 2025
Caminaba resueltamente fijos los ojos en una puerta pintada de amarillo, sobre cuyo marco había un letrero que decía: «Segunda». Junto a ella estaba un hombre de cabello entrecano, pálido y serio, cuyo semblante no expresaba ni dureza ni bondad. Vamos, vamos, un poco más de prisa.
Un criado llevaba en un jaulón de carrizos un pájaro de amarillo de oro, para la pajarera del rey, que tenía muchas aves, y muchos peces de plata y carmín en peceras de mármol, escondidos en los laberintos de sus jardines.
Marta, al escuchar estas palabras, pasó repentinamente del color rojo al amarillo, dando señales de una profunda consternación. Sus manos trémulas no pudieron sostener la obra de croché y la dejaron caer sobre el regazo.
Todos los tonos del iris se producen allí, desde el violeta profundo, que arroja su nota con vigor sobre el amarillo transparente, hasta el blanco que hiere la pupila interrumpiendo la serenidad del azul intenso de los cielos.
Su madera es de color amarillo claro ó ceniciento verdoso, y á veces es de tintes rojizos, manchado de amarillo; su textura es mediana y muy variable; es usada en construcción civil y para la fabricación de canoas. Bamalagui. De primera magnitud.
Cuando le trajeron estaba algo amarillo, tenía su poquito de miedo; pero apenas entró, ¡como el pez en el agua!... Si le dejásemos, cobraría el barato. Quiere ser el jefe, le disputa el cartel al Machaco: las echa de matoncillo... Maltrana, mirando a su hermano con repugnancia, siguió reconviniéndole.
Con el importe se reembolsarán de los perjuicios que haya sufrido el Galeón Amarillo y el resto que lo guarden hasta mi regreso, para distribuirlo entre todos. No os quejaréis de vuestra parte.
La cabeza cubierta con un pañuelo de seda, cuyas dos puntas, traídas sobre la frente, formaban como dos pequeños cuernos. Esos pañuelos eran precisamente los que herían los ojos; todos eran de diversos colores, pero predominando siempre aquel rojo lacre ardiente, más intenso aún que el llamado en Europa lava del Vesubio; luego, un amarillo rugiente, un violeta tornasolado, ¡qué sé yo!
Un criado de cabellos grises vestido de negro, que hallé en el vestíbulo, tomó mi nombre: fuí introducido algunos minutos después en un vasto salón colgado de amarillo, donde reconocí desde luego á la joven que acababa de ver en la ventana, y que seguramente era de una extrema belleza.
Don Adrián, amarillo y desmoronándose por todas partes, apoyó la frente entre las dos manos cadavéricas colocadas sobre el puño del bastón, y no dijo una palabra.
Palabra del Dia
Otros Mirando