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Actualizado: 20 de mayo de 2025


Le arrojó de la alcoba a gritos, le hizo llamar a Eufemia y le dio, por mano de la doncella, con la puerta en las narices. «También aquello tenía que concluir, pero... después del alumbramiento. Había que evitar el aborto; nada de disgustarla.... En pariendo... y en criando... si criaba ella, como él deseaba, se hablaría de todo; se vería si un Reyes podía ni debía ser esclavo de una Valcárcel.

Y disimulando el odio que le había tomado, no quiso dejar de valerse de ella en ocasión de tanto empeño. Ya la había llamado el día del alumbramiento, porque bien sabía por experiencia que no había en el mundo conocido más hábil comadre que Juana.

En el grado más bajo de la vida, donde falta todo otro organismo, encontraréis completas las formas genéricas. Tal es el mar. Al parecer es la gran hembra del globo, cuyo infatigable deseo, concepción permanente y alumbramiento son eternos. El mar de leche. El agua de mar, hasta la más pura, tomada mar adentro y lejos de toda mezcla, es ligeramente blanquizca y un poco viscosa.

Así el mar de Coral, en su obra de alumbramiento, de agitaciones, de movimientos, en sus construcciones incesantemente aumentadas ó desaparecidas, fabricadas, arruinadas, es una fábrica inmensa de calizo, que va alternando entre sus dos vidas: vida diligente hoy, vida disponible que obrará mañana.

Sus primeros seres, las madréporas, dichosos de enterrarse en el suelo hubieran suministrado los fundamentos, por medio de sus alabastrinos ramajes, sus meandros y sus estrellas. Encima sus ondulosas hermanas, con sus cuerpos y sedosos cabellos habrían constituido un blando lecho viviente para abrazar cariñosamente á la divina Madre en medio de sus ensueños de eterno alumbramiento.

Se celebraron grandes fiestas por el feliz alumbramiento de la Infanta doña Catalina, hija de Sus Majestades. Fué recibido por asistente don Francisco Arias de Bovadilla conde de Pañonrostro. Al darse cuenta en el Cabildo de 24 de Marzo, se reparó en que la Provisión Real no decía muy noble y muy leal ciudad, acordándose que el Procurador mayor lo hiciese presente á la Corte.

Llegó al fin el alumbramiento, y encomendándose á Dios y á cierto comadrón que había en Ateca, hombre de gran ingenio, dió á luz un niño, el cual no entró en el mundo con señales de elegido entre los elegidos, sino tan flaco, enteco y encanijado, que no parecía sino que su madre, distraída en aquel perpetuo soñar de coronas y tiaras, había apartado su organismo de la nutrición del muchachejo.

Pero cuando empezó a escupir sangre y a no querer comer, el pecho desgarrado por la tos, todos se alarmaron y se llamó al médico: según el sabio profesor, no era nada; después del alumbramiento, aquello pasaría.

Aquello de acostarse, siquiera fuese por pocas horas, le parecía algo como una abdicación. «Era el papel de esposo, llegado el trance del alumbramiento, demasiado pasivo, desairado». Bonis tenía comezón de hacer algo, de intervenir directa y eficazmente en aquel negocio, que era para él de tan grave importancia.

Dicen los historiadores árabes que la peticion del rey D. Alfonso fué sugerida por los obispos y eclesiásticos que le acompañaban, por considerar que el alumbramiento de la reina sería mas meritorio á los ojos de Dios en aquel lugar, que habia sido antiguamente basílica cristiana. El P. Fr. Vasco. Ambrosio de Morales. El licenciado D. Pedro Diaz de Rivas.

Palabra del Dia

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