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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Al norte la mirada se pierde en direccion al Rin, deteniéndose en la lejana cadena de la Floresta-Negra, que forma el sistema orográfico del gran-ducado de Báden y de una parte del reino de Wurtemberg. Al sur, del lado de Unterwalden, se ve tambien el lago de Sarnen, y la mirada tropieza con la mole severa del Pilatos y las magníficas cimas de los Alpes.

En los Alpes no hay ni paralelismo de cadenas ni enlace alguno de formas regulares ó sostenidas. Es una serie de seis grupos colosales ligados por ramificaciones tortuosas, despedazadas y revueltas, cuyos innumerables estribos y contrafuertes se desprenden en todas direcciones.

Uno de los mas bellos ornamentos de la capital del Piamonte para , es natural, y nada debe á los hombres. Hablo de los magníficos Alpes, siempre portentosamente admirables, con su secular cabellera de blanquísima nieve. El nombre de la nacion indica sobradamente la situacion de los Alpes en Turin: Piamonte, es decir, al pié de los montes.

Las montanas se han abierto un camino al traves de las nubes, y con su choque han hecho temblar toda la cordillera de los Alpes, cubriendo de escombros los verdes valles, deteniendo el curso de los rios por su caida repentina, reduciendo sus aguas en turbillones de vapores y forzando al manantial a que se forme una nueva madre.

No olvide usted las ascensiones a los Alpes para ver... los perros del Monte San Bernardo, los grandes témpanos de hielo, y otras maravillas de la Naturaleza. Allí me hartaré de una cosa que me gusta atrozmente: manteca de vacas bien fresca... Dígame, Ponte, con franqueza: ¿qué color cree usted que me sienta mejor, el rosa o el azul?

En seguida el inmenso anfiteatro de los Alpes fué ofreciéndonos una sucesion de apariciones: la luz, cayendo sobre las alti-planicies y los valles en infinitas cataratas, se desplomaba de repente, de instante en instante, de una cima estupenda al escalon de otra mas baja, de esta á otra inferior, y así sucesivamente hasta inundar de claridad toda la gradería titánica de sierras y montañas.

Y cuando uno pregunta, después de largas consultas y dudas, acaban por decir con tranquilidad: «Ciento cincuenta mil francos» ó «doscientos mil». A la protesta y el asombro responden, señalando las montañas, el sol, el mar: «¿Y la vista, señor?...» La tierra roja de Los Alpes representaba poco por su fuerza productora; era la situación lo que constituía su valor.

Al ver lo que se ha logrado, en punto á ferrocarriles y carreteras, en las regiones de los Alpes, los Pirineos y las Sierras de España, yo me decia: «No; los Andes, lejos de ser obstáculos, son el don mas prodigioso que Dios haya otorgado al Nuevo Mundo, y el pueblo que sepa aprovecharlos será el mas feliz de la tierra.

Al cabo la oscuridad fué completa, y despues de cortar la cadena de bajas montañas que liga al Jura con los Alpes de la baja Saboya, nos hallamos en el angosto valle del Ródano central que debíamos orillar hasta Ginebra.

Rodando con dificultad, con precipicios espantosos á los lados, incómodos en los estrechos cajones, llegamos á la cima de los Alpes, á una altura de que solo víéndolo se cree possible llegar; tanto habíamos subido.

Palabra del Dia

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