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Actualizado: 9 de mayo de 2025


Ave errante y fugitiva, ave hecha de azahares, ¿Dónde buscas el encanto y el amor de tu doctrina? ¿Dónde están las resonancias de tu plática divina y la piedra de holocausto que reclaman tus altares? ¿Dónde vas? El blancor de su cabeza da un aliento en su tristeza a la reina del olivo y a sus líricos deseos.

Sus orejas, blanquecinas y despegadas del cráneo, transparentaban la luz. Habiendo tomado aliento, habló con cierto reposo. ¡Paciencia y prudencia! Tengo cuanta cabe en una mujer. Aquí no viene al caso disimular: ya sabe usted cuándo empezó a clavárseme la espina; desde aquel día me propuse averiguar la verdad, y no me costó... gran trabajo.

Entonces, Ramiro, cubriéndose con su rodela, y ebrio de sanguinario furor, comenzó a repartir estocadas en el tumulto, sintiendo, a cada golpe, el crujido de las ropas y la blandura de los cuerpos que recibían la punta como pellejos de vino. Nadie gritaba. Era una escena muda. Los que caían se quejaban apenas con el aliento.

Una vez, en una reunión, estuve á punto de sorprenderlas en el cuarto de mi amada. Tenían un modo especial de darse citas, aun en mi presencia, sin que pareciese que se hablaban. Lea, como por juego, cogía á Juana en sus brazos y se ponían á bailar desenfrenadamente, hasta que faltas de aliento, casi asfixiadas, caían en un sofá, donde permanecían juntas como en una especie de letargo.

Fragoso, preocupado con la ruina del rozado y disgustos con el propietario de su tierra, no tenía humor para cazar, ni aún por hambre. Y la situación amenazaba así tornarse muy crítica, cuando una circunstancia fortuita trajo un poco de aliento a la lamentable jauría.

Y era tanta la ceguedad del pobre hidalgo, que el tacto, ni el aliento, ni otras cosas que traía en la buena doncella, no le desengañaban, las cuales pudieran hacer vomitar a otro que no fuera arriero; antes, le parecía que tenía entre sus brazos a la diosa de la hermosura.

Arrellanóse en los almohadones de raído paño azul del coche y sin conceder siquiera una mirada al primer aliento de París, que comenzaba ya a ensordecer y atronar sus oídos, arrancando de la gran plaza irregular de la Bastilla, en que desembocan cuatro boulevards y diez calles, púsose a pasar revista con gran cuidado a los papeles contenidos en una bolsa de viaje, cuya correa le cruzaba el pecho de derecha a izquierda.

¡Granada, mi Granada! yo soy tu peregrino que vago en lo pasado, buscando gloria y fe: yo tengo entre sepulcros abierto mi camino, é impúlsame potente la mano del destino, á recibir aliento de lo que grande fué.

Recobróse algún tanto, y dando aliento á la naturaleza el vigor del espíritu, se puso en camino cayendo y levantando á cada paso; y al cuarto día, hallando un poco de miel silvestre, se la presentamos al Padre para apagar la sed.

Tablas y la señora Nazaria están, según parece, en muy buena posición. El fenómeno no dijo nada, y siguió subiendo. Parecía subir con un solo pie. Al llegar arriba detúvose para tomar aliento. Sin duda no respiraba más que con un pulmón. ¿Se ha cansado usted, caballero? No tal... piso tercero.

Palabra del Dia

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