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Actualizado: 22 de junio de 2025
Fácil es comprender que no busco á ese viejo, cuyo trato aleja en vez de atraer á las personas. ¿Pero qué quiere decir? ¿á qué viene usted? le preguntó Clara con ligera expresión de alarma. Estoy sola, váyase usted. Por lo mismo no me voy. Si usted no se va, llamaré, gritaré, dijo Clara, resuelta sin duda á hacer lo que decía.
El indio tarda muchísimo tiempo en presentarse ante el europeo tal cual es; el mismo respeto es la primera circunstancia que nos aleja de su conocimiento.
Despidiéndose de su venerable huésped, se aleja meditabundo, llevándose aquellos gratos recuerdos que no olvidará en mucho tiempo. Si en semejante situacion de espíritu, le place á nuestro poeta intercalar en sus relaciones de viaje algunas reflexiones sobre los institutos religiosos, ¿qué os parece que dirá? Es bien claro.
Pero las desigualdades varían con la latitud, y son tanto más notables cuanto mayor es la latitud ó, en otros términos, cuanto más se aleja uno del ecuador. Por lo demás, la altura meridiana del Sol sobre un horizonte dado explica estas desigualdades. La amplitud del arco diurno que la rotación terrestre hace recorrer al Sol sobre el horizonte, depende efectivamente de dicha altura.
Otras veces, la pesada masa de las nubes borra las cimas, las pendientes superiores, toda la alta montaña, como si el cielo ceniciento ú obscuro descendiera hasta la tierra: el monte se aleja y se aproxima según el juego de los vapores que se adelgazan y se espesan.
Volemos, nave querida, lejos del mundano lodo; la inmensidad nos convida, y siento que es dulce todo lo que aleja de la vida. Las aguas del mar envuelve en su seno y sube, sube, y otra vez se las devuelve cuando en lluvia se resuelve, limpias y dulces la nube. Y es que del mar la amargura al subir de si destierra, y el agua es tanto más pura cuanto mayor es la altura que la aparta de la tierra.
Ya ha salido del puerto. Poco a poco se aleja en la inmensidad; el humo difumina con un trazo fuliginoso el cielo diáfano; el barco es un puntito imperceptible. Y el mar, impasible, inquieto, eterno, va y viene en su oleaje, verde a ratos, a ratos azul, tal vez, cuando soplan vientos de Sur, rojo profundo.
¡Pero si en palacio tiene los escándalos! ¿no le tiene Lerma hecho su esclavo, cercado por los suyos? ¿puede moverse su majestad, sin que el duque sepa cuántas baldosas de su cámara ha pisado? ¿No le separa de la reina? ¿No aleja de la corte á las personas que pueden hacerle sombra? ¿Vos mismo no estáis amenazado?
Y se aleja para buscar á Castro, mientras Miguel Fedor vuelve á quedar inmóvil en su asiento, sin comprender nada. Lo vió de pie ante su velador, con cierto apresuramiento en sus gestos y ademanes, como un hombre que arrostra una situación penosa y quiere salir de ella cuanto antes.
Todos encuentran un nuevo sabor al placer, viendo en lontananza cómo se aleja el negro harapo de la adversaria. Lubimoff se detiene en el centro de la plaza. Empieza á obscurecer.
Palabra del Dia
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