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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Lo que había considerado bien D. Acisclo, como prudente capitán, era lo colosal y comprometido de su empeño; y a fin de salir airoso, había tomado las convenientes precauciones, acumulado medios, buscado alianzas y allegado fuerzas y recursos de toda laya.

En concreto, sólo pude saber que quedaba muy alegre esperando mi llegada. Dábame los nombres de pueblos y montañas cuando yo se los pedía, sin cambiar el ritmo airoso de su andadura ni volver por completo la cara hacia .

Entonces tendrá que mondar y desnudar centenares de leguas cuadradas para vestir su lindo y airoso cuerpo. De casi todos nuestros cambios, más o menos libres, puede decirse lo mismo. Hasta el precio del trasporte nos es perjudicial, estableciendo natural y fatalmente un derecho protector en contra de nuestras voluminosas, groseras y pesadas mercancías.

Y Yáñez, recordando que aquella noche comenzaba la temporada de ópera con Lohengrin, su ópera predilecta, veía los palcos cargados de hombros desnudos y nucas adorables, entre destellos de pedrería, reflejos de sedas y airoso ondear de rizadas plumas.

Se había perdido ya de vista el coche, y don Juan seguía inmóvil pensando: «Esto es increíble. ¿Estará con alguno? Pero ¿y el niño?». Y volvió a sonreír, porque aquellos grandes ojos de azul sombrío, aquella graciosísima boca y airoso talle los había él contemplado muchas veces de cerca, tan de cerca que se los sabía de memoria, como se saben las cosas aprendidas a gusto.

Si aquéllos eran feos o muy grandes, no proseguía el examen; si el cuerpo no era airoso, desviaba la vista: mujer en quien llegase a investigar con la mirada el color del pelo, la forma del cuello o el encaje de la cabeza sobre los hombros, podía mostrarse orgullosa de sus pies y su cintura.

Dejar esto, que es seguro y positivo, por la esperanza ilusoria de otra cosa mejor, téngolo por verdadera temeridad a más de insigne ingratitud. Dados vuestros antecedentes, vuestra procedencia, vuestra educación, concededme, y no os ofendáis por ello, que lo probable, lo racional, lo seguro, es que no hagáis en parte alguna papel más alto y más airoso que el que hacéis aquí.

Se tenía que confesar la Regenta, aunque pensando un instante nada más en ello, que la complacía encontrar a su salvador, tan airoso y bizarro; tan distinguido como decía Obdulia, que en esto tenía razón.

La magnitud del edificio compensaba su vetustez y lo poco airoso de su traza; y para Amparo, acostumbrada a venerar la Fábrica desde sus tiernos años, poseían aquellas murallas una aureola de majestad, y habitaba en su recinto un poder misterioso, el Estado, con el cual sin duda era ocioso luchar, un poder que exigía obediencia ciega, que a todas partes alcanzaba y dominaba a todos.

Iguales a las procesiones de vírgenes que desfilan en los tímpanos de las catedrales llevando como ofrenda entre ambas manos un cofre de reliquias, las vírgenes americanas de falda trabada, altos tacones y paso airoso iban de grupo en grupo regalando dulces: «¿Un bombón, señora? ¿Un chocolate, señor?...».

Palabra del Dia

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