Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 6 de junio de 2025


Algunas voces trataron de pronunciar una orden para vencer aquella dificultad, problema de obstetricia sin duda. Delante el retrato. Dejen pasar el retrato decían. Era imposible; la gente se agolpaba de tal modo, que el retrato no podía pasar. Al fin, tras largos esfuerzos, el retrato pasó por el arco. Detrás seguía con la mayor confusión la gran masa de gente.

Esto era demasiado fuerte para poder resistirlo. Y la pobre mujer, toda susceptibilidad y orgullo, sintió que algo caliente se agolpaba a sus ojos, y hubo de hacer esfuerzos para no llorar. Su paso acelerado era una verdadera fuga. Huían del paseo, de aquel lujo que algunos días antes era su elemento y ahora les parecía un verdadero insulto.

Sólo ella es capaz de tanta rabia dijo Alejandro contemplando con ira el arco y levantando el puño en señal de amenaza. Atravesamos la plaza y descendimos al Bajo por la calle de Rivadavia. Una inmensa turba, compuesta de gente de todas menas, llenaba la vereda y la calle, y se agolpaba contra la baranda de hierro de la muralla que da sobre el río. Todos miraban el horizonte.

Al quedar sin movimiento, parecían los buques mucho más grandes, oprimidos entre muelles y edificios, cual si estuviesen encallados. El desembarcadero atrajo igualmente su curiosidad. Era a modo de una estación de ferrocarril, con férrea cubierta, salones de espera, depósitos de equipajes y largas verjas, detrás de las cuales se agolpaba la muchedumbre.

Tal vez viviera poniendo precio a su belleza. Esta suposición era la que más daño le hacía. Casada... malo...; pero lo otro, peor mil veces. La sangre se le agolpaba al cerebro.

La general alegría me recordó la entrada de Fernando VII en Madrid en Abril de 1808, después de los sucesos de Aranjuez. Cuando llegué a la Isla, las calles estaban intransitables por la mucha gente. En una de ellas la multitud se agolpaba para ver una procesión.

Cuando los clérigos se retiraron, la muchedumbre, que se agolpaba a la puerta para salir, les impidió hacerlo en un buen rato. Al poner el pie en el pórtico se tropezaron con un grupo de clérigos, y entre ellos a Godofredo Llot, que sin duda había salido por otra puerta.

Pero este mal deseo resultaba inútil. Todos se mantenían firmes. Aquel imbécil de Moreno había hecho bien las cosas al ayudar á Canterac. Sintió frío en sus extremidades y que toda la sangre se le agolpaba al corazón viendo cómo se ocultaba la pareja en un tupido cenador de ramaje, al final de una avenida. Era el famoso «santuario» del oficinista.

En los balcones, en las ventanas y en las puertas de las casas, las personas de más edad y fuste estaban sentadas en sillas. Las jóvenes se paseaban o se paraban a contemplar las tiendas de mercaderes ambulantes que se extendían por la plaza y por dos o tres calles de las que en la plaza desembocan. Las tiendas a las que se agolpaba más gente eran las de juguetes y muñecos.

El señor de las Matas sintió al escuchar tales palabras que la sangre se le agolpaba al cerebro. Estuvo por avanzar unos pasos y confundir á aquel mancebo frívolo. Tuvo, sin embargo, fuerzas para dominarse: porque había estudiado en el Pórtico y tenía grabadas en su mente las enseñanzas de Zenón. Con nobleza verdaderamente estoica se alejó, pues, despreciando tanta injuria.

Palabra del Dia

lanterna

Otros Mirando