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Actualizado: 16 de junio de 2025
Era el junker, el oficial del monóculo. Volvía á caer en sus manos... Le señaló con el extremo de su revólver dos cubos que estaban á corta distancia. Debía llenarlos en la laguna y dar de beber á sus hombres, sofocados por el sol. El tono imperioso no admitía réplica, pero don Marcelo intentó resistirse. ¿El sirviendo de criado á los alemanes?... Su extrañeza fué corta.
Eran las nueve de la noche al notar la anterior bajada, enormísima al tener en cuenta las latitudes en que se verificaba. La luna salía á las diez menos cuarto. Tal situación no podía prolongarse. El estado en que se encontraba el barco admitía pocas horas de esperanza. La influencia de la luna había de resolver la situación.
Y como doña Clorinda era ahora adversaria implacable de Alicia, y Atilio admitía ciegamente las ideas y caprichos de «la Generala», una sorda animosidad empezó á surgir entre los dos hombres, que hasta entonces se habían tratado con amable indiferencia. ¡Las mujeres! murmuraba Toledo al observar este odio progresivo . Bien decía el príncipe...
El squire había estado acostumbrado toda su vida, a recibir el homenaje de todas las gentes de la parroquia y a pensar que su familia, sus copas de plata y todo lo que le pertenecía era lo más antiguo y lo mejor; y como no frecuentaba nunca a la burguesía de esfera más elevada que la suya, su opinión no admitía cotejo.
Para D. Custodio el kundiman, el balitaw, el kumingtang eran músicas árabes como el alfabeto de los antiguos filipinos y de ello estaba seguro aunque no conocía ni el árabe ni había visto aquel alfabeto. ¡Arabe y del más puro árabe! decía á Ben Zayb en tono que no admitía réplica; cuando más, chino.
No existía, pues, garantía de ningún género, ni libertad individual; este régimen es lo que se llama despotismo. No se admitía más que una iglesia, en cada país, y los habitantes estaban obligados a practicar el culto del Estado.
Algunas, a la larga, convencidas de la bondad de la continua predicación a que estaban sujetas voluntariamente, manifestaban deseos de entrar en las Hijas de la Salve: si su habilidad con la aguja podía ser agradable a los divinos ojos y beneficiosa al caudal común, se las admitía: en caso contrario, no faltaba medio de negarse, resultando que, a despecho de los errores humanos, como la casa contaba con la visible protección del cielo, todo era en ella prosperidad.
Tendría gusto en verles la cara.» Y contraía la diestra, como si empuñase ya el cuchillo vengador. El padre se cansó de esta situación. Le quedaba uno de sus automóviles-monumentos, que podía guiar un chauffeur extranjero. El senador Lacour obtuvo los papeles necesarios para el viaje de la familia, y Desnoyers dió órdenes á su esposa con un tono que no admitía réplica.
En historia natural salió suspenso, porque habiéndole preguntado las clasificaciones, contestó que él no admitía clasificaciones en la naturaleza, que el mundo debía considerarse siempre en su unidad indivisible y permanente, y que todas las clasificaciones estaban sujetas a cambios incesantes, según los progresos que se hicieran en el estudio de la materia.
Por fortuna, se había confinado en la literatura regional, y su inspiración no admitía otro ropaje que el del verso valenciano. Fuera de Valencia y sus pasadas glorias, sólo la Grecia merecía su admiración. Una vez al año le veía Ulises puesto de frac, con el pecho constelado de condecoraciones y una cigarra de oro en la solapa, distintivo de los felibres de Provenza.
Palabra del Dia
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