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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Por muy extraño que yo fuese a sus creencias, la había comprendido y había admirado su fe robusta y activa y aquel imperioso sentimiento del deber que podía más que sus timideces y hasta que su compasión. Y entonces también la adivinaba.
En estas circunstancias cuya gravedad adivinaba, Bobart no dudó; se fué derecho á la señorita Guichard, que parecía una reina en medio de sus convidados, y llevándosela al pie del tablado de la orquesta, dijo: Procura no dejar que se altere tu cara, mi excelente amiga, porque nos observan y tengo que darte serias noticias. Dentro de hora y media parten Mauricio y Herminia para París.
Tal vez se imaginaba que las palabras de doña Manuela conmovían al descarriado, haciéndole entrar en el camino del arrepentimiento; no adivinaba ni aun remotamente que su marido, por una aberración extraña, en la que entraba por mucho el amor propio, comenzaba a entusiasmarse con la belleza algo marchita de la esposa de su antiguo principal.
Puede usted hacer algo mucho mejor, aunque este escrito le colocaría a usted en un buen rango de cualquier clase de cierta importancia. Aníbal experimentó demasiada pesadumbre; no tuvo bastante confianza en el pueblo que le esperaba en armas al otro lado del mar. Adivinaba el contraste de Zama me dirá usted. Pero su derrota no se debió a su impericia.
Argensola percibió cómo se iba formando en su interior un alma simple, entusiasta y crédula, capaz de admitir las cosas más inverosímiles. Esta alma la adivinaba igualmente en todos los que vivían cerca de él. A veces, su antiguo espíritu de crítica parecía encabritarse; pero la duda era rechazada como algo deshonroso.
Se adivinaba la persistencia de la férrea disciplina. Una palabra dura de los jefes, un golpe de silbato, y todos se agrupaban, desapareciendo el hombre en el espesor de la masa de autómatas. Pero el peligro, el cansancio, la certidumbre del triunfo, habían aproximado á soldados y oficiales momentáneamente, borrando las diferencias de castas.
Nosotros iremos despacio hasta casa. Se alejaron las dos mujeres con vivo paso, hablando en voz baja. Leonora adivinaba la sonrisa de sus rostros invisibles. ¿Ha visto usted a esas? dijo señalándolas con su cerrada sombrilla. ¿No se ha fijado usted en sus sonrisas y guiños al verle en el camino?... ¡Ay, Rafael! Usted está ciego y resulta terrible.
El corifeo hacía una señal: el coro callaba y quedaba inmóvil: si adivinaba quién tenía la sortija, éste pasaba al centro del corro, y aquél ocupaba su sitio; si no, volvía a seguir el florón su carrera. Nuestro joven gozaba con este juego, porque le trasladaba a la infancia, y acaso también porque al agitar las manos sentía el contacto de las de Maximina.
Porque en este mundo el amor engendra al amor, pero el capricho sólo engendra al hastío. Á pesar de tus locuras te he seguido queriendo porque adivinaba en ti un espíritu infantil á quien no se puede exigir la responsabilidad de sus actos y también porque respetaba en mí el primer amor que tú habías logrado inspirar. Aun hoy te quiero con toda mi alma, pero...
Hasta se le figuró a Andrés que las preferencias calculadas que otorgaba a Ángela no le hacían mucha gracia. Una vez que llegó hallándose ésta sola en la cocina, al cabo de un instante le dijo en tono indiferente, pero donde se adivinaba algo que a nuestro joven le agradó mucho: «Ángela está arriba.» Entonces comprendió que era preciso variar de táctica.
Palabra del Dia
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