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«¿Hasta qué punto pensó me puedo permitir la burla que quiero hacer a este hombre, y hasta qué punto se la tiene merecida? ¿He sido suficientemente acosada para llegar a este extremo

Sentíase después acosada por bravío tumulto de arpegios, escalas cromáticas e imitaciones, y se la oía descender a pasos de gigante, huir, descoyuntarse y hacerse pedazos... Creyérase que todo iba a concluir; pero un soplo de reacción atravesaba la escala entera del piano; los fragmentos dispersos se juntaban, se reconocían, como se reconocían, como se reconocerán y juntarán los huesos de un mismo esqueleto en el juicio final, y la idea se presentaba de nuevo triunfante como cosa resucitada y redimida.

Contra el muerto caballo replegado batallaba Ismail, cual la pantera de innumerables canes acosada, en los que alcanza brava se ensangrienta.

Después, acosada de cerca por sus acreedores, se eclipsó para reaparecer en el extranjero con el nombre de Jenny Hawkins... El hotel fué vendido y no se oyó hablar de ella, si no es alguna vez en los periódicos. Jamás ha vuelto á París, como si guardase rencor á la gran ciudad de su desilusión. Al acabar el relato de Frecourt, todos se levantaron y se dirigieron hacia los salones.

El duque se enfureció terriblemente, y lanzando gritos de cólera, y echándoles miradas de fiera acosada, se tiró al suelo y se puso a recoger de nuevo los mendrugos, mientras los criados celebraban con algazara la gracia de su compañero. Cuando ya los tenía todos en la bandeja y corría hacia la puerta para librarse de sus burlas, el mismo rapaz se fué tras él y otra vez se los tiró.

Poco tiempo despues se le puso en la cabeza la mania de no comer ni beber; y hubo ocasion de que pasasen tres dias sin tomar nada; hasta que acosada por el hambre, tomaba algo, empeñándose que los platos donde le mandaban las viandas no saliesen de su habitacion; de suerte que estos objetos sucios con otros, daban un olor insoportable á aquella morada, é imposible por tanto de aguantarlo.

Además, ¡quién sabe de lo que sería capaz aquella loca si se veía acosada! Una viva irritación se iba apoderando del alma pacífica del presbítero. Hacía ya tiempo que no estimaba a la exaltada beata; ahora la aborrecía. Cuando regresó a casa era ya noche. Se encerró en su cuarto sin preguntar por su compañera, y continuó meditando con febril impaciencia sobre el mismo tema.

Los grupos son muy naturales, y tanto que por momentos siente uno el terror de la realidad, creyendo oir entre el tupido bosque el grito salvaje del indio cazador ó el rugido de la fiera acosada.