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Actualizado: 2 de junio de 2025


En Guárdate del agua mansa no sólo el trazado y desarrollo del enredo son de un arte consumado, sino que también brilla por la pintura de caracteres, por su singular gusto y excelencia poco común. Don Alonso tiene dos hijas, que, desde la muerte de su madre, se han educado en un convento, que ambas abandonan al trasladarse su padre de Méjico á Madrid.

Los compañeros de Hudson le abandonan en medio del mar en un barquichuelo sin víveres ni velamen, y no se sabe lo que fué de el. Behring, al descubrir el estrecho que separa la América del Asia, perece de cansancio, de frío, de miseria, en una isla desierta.

Se largaron, pues, no dónde, y las de Pinto respiraron. Segura estoy de que si no llegan a irse, atribuladas y compungidas las de Pinto por una perpetua y abominable obsesión, las tres abandonan el mundo y se meten monjas.

El juego costea los cruceros científicos, el carbón y el personal de las lejanas expediciones, la impresión de libros y revistas, las subvenciones á los jóvenes que desean perfeccionar sus estudios, el Instituto Oceanográfico de París, el Museo Oceanográfico de Mónaco donde usted trabaja, el Museo Antropológico... Y hay que contar que todo esto no es mas que una propina que abandonan los accionistas... ¡Lo que produce ese palacio que muchos encuentran horrible!...

La cuestión de la altura del Salto no está aún definitivamente resuelta, tal es la dificultad que hay en medir la distancia que separa el valle inferior del punto en que las aguas abandonan el lecho del río y tal también la autoridad de los hombres de ciencia que han dado cada uno una cifra arbitraria.

Hay muchos puertos que tienen este y mayores defectos; pero con todo no se abandonan, cuando de ellos resulta utilidad al soberano que los posee.

Al anochecer, cuando los dorados rayos del sol desaparecen de sobre la tierra y vuelven bastante siniestro el aspecto del mar unas nubes cobrizas que recorren el espacio, aquellos hombres abandonan de nuevo la playa internándose mar adentro. ¿Tendremos mal tiempo? les pregunta el forastero. «Señor, hay que vivir.» Y parten acompañados de sus hijos.

Después que vemos á Fernando con toda la majestad de un caballero, consagrado á Dios, siente que sus fuerzas terrestres le abandonan; ya no puede acercar á sus labios el pan que le ofrece uno de sus compañeros de sufrimiento, y se lo llevan para enterrarlo con el traje de su orden, con arreglo á sus deseos.

Abandonan el molino penetrados de una alegría profunda; se trasladan a la balsa para lavarse la cara y las manos, se ayudan mutuamente a limpiarse las ropas, y entran en la casa esforzándose por adoptar la expresión más inocente posible. Sin embargo, Martín no tarda en notar en sus labios leves movimientos que les hacen traición; los amenaza sonriendo, pero no les dirige la menor pregunta.

Pues os habéis equivocado, Guzmán. En efecto, aquel hombre era el sargento mayor don Juan de Guzmán, el mismo á quien la noche antes hemos visto al lado de la mujer del cocinero mayor. Es singular lo que está sucediendo á don Rodrigo dijo Guzmán . Todos le abandonan. El duque de Lerma, sabe quiénes son los agresores, y no manda proceder contra ellos. Vos recibís la noticia como si...

Palabra del Dia

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